jueves, 21 de octubre de 2010

De cepciones y excepciones

Después de intercambiar miradas "coquetas" y pasar tiempo juntos pero no solos, los universitarios en pleno aprendizaje decidieron tomar caminos distintos. Ella se dirigía religiosamente a atender sus responsabilidades en casa, mientras él asistía por obligación a las horas que le redituaban un ingreso para sostenerse. Curiosamente, ambos tomaban direcciones contrarias a la salida de clases, ella hacia el norte y él hacia el sur del aula, enmedio del campus, enfrente de los pastos verdes que les servían de descanso.

Los últimos días, Desiderio había apreciado demostraciones istrionicas y comerciales únicas en la urbe más grande del planeta. Al perreo de unos nada improvisados raperos o cómo se diga, le siguió el espectáculo de un declamador ambulante en un vagón de metro; al "catastrófico" de las canciones reggetoneras, ¡ahora resulta! siguió el reproche de quien engolaba la voz para impactar a su público, ya que no ponían atención ni saludaban a un susceptible estudiante o simplemente joven con apariencia de alumno de Filosofía y Letras.

Lo que llevó a Desiderio a una profunda reflexión fue la estrategia de venta del tercer personaje, uno que parecía "cuyo gigante" según su descripción. Se ufanaba de fabricar chocolate fino y contar con una empresa quebrada por pleitos familiares. Con reservas le compró uno después de que una transeúnte le espetó al vendedor que su chocolate no le gustó, "es de un sabor feo" dijo. Para entonces ya nada le sorprendía, la caótica Ciudad mostraba un lado distinto al que conoció cuando vivía en el sector de la Oligarquía, en donde los ricos se hacen más ricos y los pobres son indiscutiblemente más pobres.

Hugolina, la amada de Desiderio, se mostró cariñosa con quien era aún el dueño de sus pasiones. Esto sucedió aquella mañana al salir de clases, justo cuando él daba por hecho la "química" con ella. Debió observar a distancia los movimientos de la pareja, que sin explicación aparente, se marchó del lugar, dejando un vacío sentimental por poco tiempo.

La vuelta a la rutina y la exhibición de tragedias en los pasillos del subterráneo y sus afueras cayó como balde de agua fría sobre su conciencia. Acaso era un afortunado de poder querer y disfrutar de alguien cuando tantos naufragaban impotentes en la pobreza y tristeza de sus días y el frío de sus noches. Desiderio mostró optimismo, todavía podría comerse el mundo a bocanadas y le asfixiaba haber conocido tan poco, razón por la que se ahogaba en un vaso de agua.

Finalmente se marchó, sí, de aquella oficina que le distraía y, a veces fastidiaba, caminó de nuevo a su hogar, emprendió un fugaz viaje por las avenidas escondidas que le condujeron a su casa. Recordó el campo y su tranquilidad, hizo un balance de sus conquistas y fracasos y dejó que la tarde transcurriera entre lo inverosímil de sus frustraciones...

P.D. A fin de cuentas, el horizonte pintaba bien y siempre vio la vida en prospectiva.

sábado, 9 de octubre de 2010

Recorriendo en viernes

Comentábamos los pormenores de las discusiones poniendo énfasis en la exposición de los involucrados. Celebrábamos que era viernes y teníamos más opciones que si fuera jueves, miércoles o domingo incluso. Así perdíamos el tiempo o ganábamos el espacio enmedio de un jardín que reflejaba la luz del sol con más frío que calor.

El día transcurrió como siempre, sin novedad. Por ello, el agobiado empleado de la fábrica de documentos, decidió platicar de camino a casa, con un veterano de guerra, acabado por las circunstancias trágicas de su destino. Subieron al tren en el andén al que bajaron poco antes y sacudieron el cansancio aprendiendo mutuamente, la experiencia y la juventud se entrecruzaron en un diálogo distractor.

A poco de llegar a su casa, el joven discutidor, inconforme con el estado de cosas e impotente de cambiarlo por sí solo, abordó un taxi porque el cuerpo no aguantaba ir de pie en el camión y soportar el ruido de las canciones de moda. Al primero que pasó le hizo la parada y se sorprendió de que el sorprendido taxista no supiera dónde estaba su colonia a pesar de colindar con la avenida.

Se perdió entre las calles y avenidas de la zona y asustado por el precio que aumentaba a cada instante, notó que el susto era del conductor que sospechaba de algún ilícito de su parte. Analizaba pues por el retrovisor, el rostro perdido del pasajero, que prefería el paseo a soportar el escándalo y el mal manejo de la ruta que lo dejaba en la esquina de su casa.

Finalmente llegó a su hogar temporal. Cenó en compañía de dos amigos, uno de siempre, el otro de apenas. Platicaron de su día, semana, mes, año e incluso vida. Ganaron el tiempo reflexionando acerca de la "crisis", "pobreza", "decadencia", "violencia". Al fin y al cabo, las buenas noticias comienzan dos meses después: en navidad.

Por ahora, sacar las cuentas y elaborar un balance previo al final del año de Hidalgo recompensa más. Al menos, le quita pesimismo a la época de festejar...

P.D. ¿Alguien me ayuda a recordar qué?