miércoles, 25 de marzo de 2015

La buena educación de Oaxaca

La Universidad Tecnológica de la Mixteca, UTM, celebró el viernes pasado un cuarto de siglo. Con ello se celebró también la conformación del Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca, SUNEO, proyecto que emprendió el doctor Modesto Seara Vásquez sin imaginar lo que sucedería cinco lustros más tarde. A invitación de Heladio Ramírez, quien gobernó Oaxaca entre 1986 y 1992, y fuera su alumno, Seara se hizo cargo de un proyecto que puso en el centro de la educación superior la utilidad de la tecnología enfocada a mejorar los procesos de la vida humana. 

En 1990, la UTM inició funciones con 48 alumnos, cinco profesores y dos aulas en medio de un terreno árido que fue bautizado como “el desierto de Seara”, en la zona alta de Huajuapan de León. El trazo inicial era el de ser una pequeña universidad que respondiera a las necesidades locales. Con el apoyo continuado de cinco gobiernos estatales, el SUNEO cuenta hoy con una numeralia impresionante. Se trata de 10 universidades con 17 campus, que abarcan una extensión de terreno de 607 hectáreas, con al menos 1,000 profesores de tiempo completo y 10 mil alumnos. Su oferta educativa alcanza 75 programas a nivel licenciatura, 30 maestrías y nueve doctorados. Cuenta con 26 institutos de investigación, 109 laboratorios, más de 60 títulos de libros y tres revistas de publicación periódica.

Además, brinda servicios a la comunidad con 13 librerías, una biblioteca pública, dos jardines botánicos, tres campos experimentales, una clínica universitaria, el Museo de la Diversidad, el Archivo Histórico Minero del Estado, un parque tecnológico, dos estaciones sismológicas y doce meteorológicas.

Es un triunfo en términos cuantitativos y cualitativos. Resultado de un presupuesto bien administrado al margen de los vaivenes políticos y del activismo sindical improductivo, que tiene a la principal universidad del estado sumida en una crisis de muchos años, que pasa por la pérdida continua de clases. En 25 años la UTM y las demás universidades estatales han conseguido reconocimientos internacionales que hablan de la eficacia de su modelo educativo. Solo en usabilidad, en inglés Human Computer Interaction, alumnos de la UTM han ganado dos veces el primer lugar y dos el segundo lugar en los concursos internacionales convocados por la Association for Computing Machinery. El año pasado la licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad del Mar  se posicionó como la de mayor calidad en México de acuerdo con el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior, por encima del CIDE y El Colmex, los think tanks mexicanos.

Recientemente visité la Universidad del Istmo, UNISTMO. A las ocho de la mañana, hora en que muchos siguen durmiendo, los futuros ingenieros industriales, en química, diseño o petróleos, toman clases de matemáticas superiores en una discreta ala de salones rodeada por la sombra de frondosos árboles. En el campus Tehuantepec visité el Instituto de Estudios de la Energía, donde se realiza investigación de punta relacionada con energías renovables como la solar, o el biodiesel obtenido del pistache amargo que abunda aquí. También se desarrollan tecnologías para aprovechar la energía eólica,  el gran campo de oportunidad de la región, donde las empresas del ramo más importantes a nivel mundial tienen grandes inversiones. La UNISTMO forma recursos humanos especializados y competitivos que salen al mercado a ejercer sus profesiones.

Por todo lo anterior, no sorprende que además del actual gobernador, el viernes pasado hayan estado en la ceremonia de aniversario de la UTM, dos ex gobernadores, Heladio Ramírez y Diódoro Carrasco, simpatizantes del proyecto de Seara. Es difícil no serlo, sobre todo cuando se piensa en el deterioro de la educación básica en el estado que, según el secretario Emilio Chuayffet, pasa por la pérdida de al menos 80 días de clases al año, de 200, a causa de la “vocación de lucha social” de los profesores de la sección 22. Si se piensa en términos de un niño que arrastra ese déficit de aprendizaje desde preescolar hasta secundaria, solo puede parecernos positivo que exista el SUNEO, y sistemas de educación media-superior como el COBAO y el CECyTEO, que puedan nivelar a miles de estudiantes.


Ese potencial lo tuvo claro Modesto Seara. Lamentablemente, el rector español convertido en oaxaqueño no va a estar siempre. Y de ahí la importancia de que el SUNEO consolide su estructura organizativa, para que el proyecto se mantenga al margen de los intereses de grupo que pueden derribar lo que con tanto trabajo se ha construido. A veces las grandes empresas surgen de la casualidad, pero en todo caso el tiempo se convierte en el juez de nuestros actos. Cuando hace meses le pregunté a don Modesto qué significaba para él Oaxaca en una frase, me respondió, con un brillo especial en su mirada severa: “es un sueño realizado, una utopía vuelta realidad”. Yo creo que el mejor juez de nuestras sentencias es el destino, que a veces convalida las casualidades. 

Intolerancia religiosa en Sola de Vega


Recientemente, el líder de la secta radical islamista nigeriana Boko Haram, Abubaker Shekau, juró lealtad al califa Ibrahim, nombre religioso de Abubaker al Bagdadi, comandante en jefe del Estado Islámico, organización que ha irrumpido en el panorama internacional por su violencia publicitada a través de vídeos colgados en la web, en los que degüellan a prisioneros extranjeros. En un abierto desafío a la intervención de Estados Unidos en Siria e Irak, los fieles a la yihad o guerra santa encienden otra vez la mecha del inestable Medio Oriente. Por su parte, el Boko Haram promueve el odio en Nigeria; basta recordar el secuestro cobarde de 200 niñas de una escuela en Chibock en abril del año pasado.

Las dos organizaciones tienen un rasgo en común que precede la violencia desmedida con la que se promueven: la intolerancia religiosa.

Esa intolerancia religiosa no es patrón exclusivo de grupos extremistas en la zona más conflictiva del mundo. Se da, por igual, en nuestro país y en Oaxaca de manera reiterada.  En San Juan Ozolotepec hay un antecedente grave: la autoridad municipal mandó derribar la construcción del templo pentecostés y linchar a sus miembros por ir contra la tradición del culto católico. La Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca emitió el año pasado una recomendación al respecto, que evidencia la insuficiencia del diálogo propuesto por la Secretaría General de Gobierno  para enfrentar esta problemática.

La semana pasada recibí un documento titulado “Acta de acuerdos”, en donde el presidente municipal constitucional de San Francisco Sola de Vega,  Alejo Robles Pérez, junto con su Cabildo, se dirigen a dos ciudadanos de este municipio aleñado al Distrito de Sola de Vela, en la Sierra Sur, apenas a dos horas en carretera de la ciudad de Oaxaca, para comunicarles que ya no se permitirá profesar otra religión “que no sea la religiosa de este municipio”. Asimismo, el documento advierte que “si no acatan lo requerido por el pueblo, se pasará a una reunión general para tomar otras medidas”. Añade que a partir del veintidós de febrero del presente año “quedan clausuradas dos capillas donde se profesa una religión diferente a la católica”. Firman, además del citado, el síndico municipal Antonio Pérez Cruz y ocho regidores.

Las capillas a las que se refiere este documento son dos domicilios particulares en los que se celebran reuniones de cristianos evangélicos, por un lado, y testigos de Jehová, por otro. La indignación, al parecer, es que los primeros se reúnen desde hace apenas unas semanas en una casa que se encuentra en la misma calle que el templo católico. Esto despertó el celo devocional del cura del lugar, ya que se menciona en primer lugar de los solicitantes del documento referido a la orden franciscana, seguida de comités que pertenecen a su parroquia. La situación es alarmante, reflejo de la ignorancia de las leyes por parte de una comunidad que paradójicamente acude a ellas para solicitar la clausura de dos domicilios particulares, so pena de expulsar a sus habitantes si no se avienen al acuerdo.

Pero sobre todo es síntoma de algo más grave: la intolerancia religiosa, tan cercana al odio, en un país donde un oaxaqueño trascendió a su tiempo justamente por promover la secularización del Estado. Benito Juárez tiene un lugar en la historia, antes que por el heroísmo romántico con el que se le ha relacionado siempre, por su defensa de la libertad de consciencia, de la que deriva la práctica del culto que a uno le convenga. 

La autoridad municipal de San Francisco Sola de Vega está violando la Constitución, que en su artículo 24 establece que: “Toda persona tiene derecho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, en las ceremonias, devociones o actos del culto respectivo, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley”. Con ello no solo daña a los particulares que se ven amenazados por un grupo religioso predominante, sino que falta al Estado de Derecho. 


El miedo a lo diferente ha acompañado siempre a los seres humanos. A mediados del siglo pasado llevó a un gobierno a emprender una “solución final a la cuestión judía”, el cual exterminó a más de seis millones de judíos, y que conllevó también el asesinato masivo de gitanos, eslavos, soviéticos, homosexuales, entre otras minorías. Actualmente, ese miedo se publicita para sembrar terror cuando un verdugo vestido de negro decapita inocentes en un desierto perdido en el mapa. No obstante, ese miedo también acecha a familias que nos rodean, que viven en un país supuestamente democrático y solo quieren practicar su fe, que por lo demás no pretende molestar a nadie. 

En contra de la redundancia

La temporada electoral saca lo peor de nosotros mismos. Cuando se dice que se eleva el nivel del debate en realidad sucede lo contrario: el debate se trivializa más. La próxima elección en la que Oaxaca votará para elegir diputados federales va a cubrir los próximos meses el espacio público de los 11 distritos en disputa. Los candidatos —que no se caracterizan por argumentar por qué representan la mejor opción— estarán de gira estrechando manos, fingiendo sonrisas y entregando apoyos. En medio de la campaña el vacío: ¿Para qué quieren ser diputados federales al margen de sus ambiciones personales?, ¿cuál es el proyecto legislativo que pretenden llevar a cabo en los próximos tres años?, ¿cómo se articula su visión política con la del partido al que pertenecen y cuál es la justificación de pertenecer a ese partido en medio de la crisis institucional que vive México?

Comúnmente los candidatos a cargos de elección popular no tienen qué responder ninguna pregunta. Rara vez los candidatos dejan de darse “baños de pueblo” y de pronunciar un discurso barato para argumentar seriamente sus propuestas políticas. Sin embargo, el tiempo en que la sociedad esperaba pacientemente que terminara la arenga para que sonara la diana mientras aplaudía está por terminar. La gente no compra las mismas fórmulas siempre, por un lado está la creencia aceptada de que los políticos roban, y por otro lado que esto no es tan malo si, a cambio, le cumplen al distrito que los votó. No está mal que un político que ha sido diputado federal e incluso presidió la Mesa Directiva del Congreso le regale un auto muy caro a su hijo en navidad si ahora paga sus compromisos con el pueblo gestionando recursos que se traducirán en obra pública para algunos municipios; en proyectos productivos; en un tractor en vez de un Porsche para que un campesino trabaje mejor su parcela.

La gente espera resultados de sus políticos aunque estos roben, y cuando esos resultados no aparecen ya no los vota. Prueba de ello es la pasada elección federal, el PRI robusto de siempre solo ganó un distrito electoral: Juchitán de Zaragoza, y por una mínima diferencia de votos. Todos los demás fueron para el PRD y los partidos afines a la izquierda, lo que sea que signifique “izquierda” para quienes los integran. La diferencia es que aquella vez también se votaba por el presidente de la república y cuenta que Andrés Manuel tiene muchas simpatías en el estado; sin embargo, nadie puede ignorar que el PRI también despierta la simpatía de mucha gente que desde que recuerda entiende la política en función de ese partido… y perdió rotundamente.

Otra vez, los candidatos irán de pueblo en pueblo prometiendo las mismas cosas. Sería interesante preguntarle a cada uno de ellos y ellas que los apasiona más: Servir a la población o el “Congress Style of Life”, que incluye viajes parlamentarios todo pagado a varias partes del mundo. Hay un caso reciente, la diputada de origen oaxaqueño que gastó 171 mil pesos en un solo viaje a Makati, Filipinas. No hay gran cosa que decir de sus iniciativas de ley o de su gestión legislativa, pero es una de las principales viajeras con cargo al erario público. Para eso cualquier pretexto es bueno, las reuniones plenarias internacionales abundan. Viajar es mejor con fuero.

Italo Calvino, uno de los mayores escritores del siglo XX, visitó Oaxaca en una ocasión. De esa visita resultaron dos artículos magníficos que envió a la prensa italiana para su publicación. El primero de ellos se titula “La forma del árbol”, en el que comparte su asombro por el árbol del Tule que en sus rebuscadas formas es más que un colosal sabino, y a partir de su observación comparte esta línea: "¿Quiere decir que el secreto de durar está en la redundancia? No hay duda de que repitiendo innumerables veces sus propios mensajes el árbol se asegura contra la continua posibilidad de accidentes mortales en cada una de sus partes, y consigue imponer y perpetuar su estructura esencial, la interdependencia de raíces, tronco, copa".


Recupero a Calvino porque su reflexión es mucho más profunda de lo que parece. ¿No será que el secreto de los políticos está en la redundancia? Muchos de ellos repiten innumerables veces los mismos mensajes vacuos, se comprueba su enriquecimiento inexplicable y aun así duran en los cargos. Dejan de ser diputados pero se acomodan en otro lugar. La eficacia ya no importa, se han ganado un lugar para siempre en el presupuesto. Los accidentes mortales pueden ser la rendición de cuentas, la movilización social o el juicio de la opinión pública, pero ellos ya han conseguido imponer y perpetuar su estructura esencial. Han logrado la interdependencia en el poder. Siempre habrá lugar para ellos en los puestos directivos del gobierno o en alguna cámara alta o baja, federal o estatal. Tal vez empezaron siendo raíces y sueñan con ser copa. Pero la sociedad, en contra de lo que creen, ya no soporta tanta redundancia. 

Un tipo sui generis de burocracia: los maestros de Oaxaca

La burocracia y el servicio público son el tema de la segunda unidad del curso de “Administración y gestión pública” de la Licenciatura en Política y Gestión Social. Este tema es particularmente relevante porque, como señala Guy Peters, “gran parte del cambio dentro de la administración pública ha sido impuesto desde afuera, ya sea por gobiernos nacionales o por organismos donantes internacionales, aunque en gran medida ha sido producto de las propias burocracias, que entienden las disfunciones del orden vigente e intentan reformarse”[1]. Las burocracias se inscriben dentro del fenómeno publi-administrativo y podría decirse que son su principal actor.

Este ensayo se propone usar conceptos sobre la burocracia y la nueva gestión pública, en adelante NGP, para discutir el conflicto de interés por la educación en el caso del estado de Oaxaca, México. Aquí, el conflicto sobre la educación pública está relacionado con un problema sindical que se remonta treinta años atrás. Debido a que la sección estatal es disidente al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE, sus métodos de protesta sindical han tomado rumbos diferentes a la organización que agrupa a la mayoría de los maestros mexicanos. En este análisis no hay que perder de vista que los maestros, con sus particularidades, siguen siendo burócratas ya que son parte de la administración pública al realizar las decisiones del gobierno sobre un ámbito específico: la educación pública.

Lo interesante del tema en cuestión es que en Oaxaca esos burócratas no ejecutan las decisiones del gobierno en materia educativa, las definen. En parte por esto es que es el único estado del país donde la reforma educativa implementada por el gobierno federal actual ha sido rechazada tajantemente, debido a que aplica criterios generales de ingreso, evaluación y promoción de los maestros. El caso oaxaqueño la sección veintidós exige que sea tratado de manera diferente al resto del país. Estos maestros rechazan una política de Estado y ejercen una presión permanente para imponer su agenda en la materia. Con ello no solo realizan un constante activismo sindical sino que se convierten en un tipo singular de burocracia, que en el caso concreto del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, que forma parte de la administración pública del gobierno estatal, ocupa los principales puestos directivos, por lo que ellos mismos son empleados y patrones.

II. Entre la política y la administración: los maestros

Hay que recordar la clásica dicotomía entre política y administración, según la cual, la primera se encarga de la deliberación y acuerdo en la toma de decisiones mientras que la segunda es la puesta en práctica de esas decisiones por parte de administradores. De acuerdo con Peters “la tradición fundamental de la administración pública era la de una forma de aplicar políticas públicas mediante un conjunto formal y legalista de organizaciones controladas por alguna autoridad política”[2]. En este sentido, el proceso jerárquico resulta indispensable para poner en práctica las decisiones del gobierno de forma ordenada. La tradición clásica retoma los postulados del modelo weberiano de organización, entre los que se encuentran el conocimiento técnico para ejercer una función, así como la autoridad que deriva de los políticos y que habilita al funcionario público para cumplir los objetivos de la organización. Además, este modelo conlleva valores como la igualdad y la previsibilidad, de modo que el actuar de los administradores está delimitado por un marco jurídico y sus decisiones deben dejar constancia escrita debido a las consecuencias que puedan tener.

En Estados Unidos se desarrolló una tradición diferente a la del modelo weberiano a partir de los estudios de Woodrow Wilson, particularmente de su libro The Study of Administration. En él sentó las bases de un modelo relacionado con la tradición progresista de su país, que en parte se basa en la desconfianza hacia los políticos, pero reconoce el valor superior de la democracia que debe regir el diseño de las políticas públicas. De acuerdo con Peters, “el modelo de administración wilsoniano era el de un servicio civil despolitizado y profesional que gobernaría de acuerdo con principios democráticos y científicos”[3]. Wilson fundó lo que podría llamarse la “antigua gestión pública” en contraposición con el modelo legalista de Weber. En las últimas décadas del siglo XX surgió un nuevo movimiento llamado nueva gestión pública, que según Peters “es más que un simple enfoque para gestionar el gobierno: representa un enfoque de gobernanza en un sentido más amplio. En particular, defiende la necesidad de depender de administradores públicos y no de políticos para dar dirección a las sociedades”[4].

Es pertinente recordar el desarrollo de la administración pública que ha ido del modelo weberiano a la NGP debido a que con el paso del tiempo se ha replanteado el papel del servicio público. Especialmente, se ha prestado atención a la relación que guarda con los políticos que toman las decisiones. Los dos primeros modelos ponen de relieve la imparcialidad del servicio público, y la necesidad en el wilsoniano de separar política y administración. Peters señala que “esta separación partía del supuesto de que el servicio público de carrera podría dotar a cualquier gobierno de una orientación y de una buena instrumentación, además de continuidad. Por otro lado, la imparcialidad dentro del servicio civil aseguraría que los ciudadanos recibieran un trato justo independientemente de sus afiliaciones partidarias”[5].

Esta afirmación plantea un punto muy importante en relación con el tema de los maestros, y es que no existe tal servicio civil en Oaxaca, ya que la visión sindicalista de la sección veintidós asume que su función es la de definir la agenda educativa del gobierno. Su activismo político se contrapone al ideal de un servicio público que ponga en el centro de atención el interés público por la educación. Tal interés es definido por el Estado, o podría decirse también, que por el gobierno cuando éste goza de legitimidad. Sin embargo, en Oaxaca estamos ante el caso de una burocracia que en los hechos define el interés público en la educación y al hacerlo, con sus métodos de imposición de cargos gerenciales con base en un acuerdo que les cedió esa prerrogativa, lo privatiza en perjuicio de miles de niños y jóvenes, usuarios del sistema de educación básica.

La burocracia, y particularmente ésta, no solo es un conjunto de personas que sirve al gobierno o un sector social, también es parte del fenómeno político. La interrogante es cómo puede funcionar dentro del fenómeno publi-administrativo y mantener una vocación de lucha social en contra de la administración pública; cómo puede ser juez y parte de la política educativa, o mejor dicho, qué consecuencias conlleva que lo sea. Es una diferencia que ya notaba Peters, que los políticos ocupan los puestos de decisión y entonces también diseñan las políticas públicas, mientras que la burocracia se encarga de ejecutarlas. La ocupación de puestos es crucial para la eficacia y eficiencia de las políticas que debe ir acompañada de la disposición del servicio público más allá de los valores propios de cada persona, o en este caso, de cada maestro.

 En el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca los puestos se ocupan de acuerdo con un reparto de cuotas sindical. Hay un acuerdo que data del 28 de octubre de 1992 celebrado entre el Gobierno del Estado de Oaxaca y la sección veintidós que tiene serias implicaciones para la política educativa. En particular, enlisto las siguientes:

SEXTO.-  EL GOBIERNO DEL ESTADO Y LAS SECCIÓN XXII DEL S.N.T.E., ACUERDAN LA FORMACIÓN DE UNA COMISIÓN PERMANENTE  I.E.E.P.O. Y SECCIÓN XXII, PARA LA PLANEACIÓN, EJECUCIÓN Y EVALUACIÓN DE LOS CURSOS A QUE SE REFIERE EL ACUERDO INMEDIATO ANTERIOR.

SÉPTIMO.-  EL GOBIERNO DEL ESTADO, CONFORME A LAS DISPOSICIONES LEGALES QUE RIGEN LA CONSULTA PÚBLICA DE ASUNTOS  GUBERNAMENTALES, CONSULTARÁ Y DARÁ PARTICIPACIÓN A LOS INTEGRANTES DEL COMITÉ EJECUTIVO DE LA SECCIÓN XXII DEL S.N.T.E. Y A LAS BASES MAGISTERIALES RESPECTO DE LA FORMULACIÓN DE CUALQUIER INICIATIVA DE LEY O  DISPOSICIÓN GENERAL RELACIONADA CON EL RAMO EDUCATIVO; EN SUS ASPECTOS LABORAL, PROFESIONAL, SOCIAL Y TÉCNICO.

DECIMO.- EL GOBIERNO DEL ESTADO, POR CONDUCTO DEL I.E.E.P.O. Y CONFORME A LA LEGISLACIÓN APLICABLE OTORGARÁ UN BANCO DE PLAZAS COMO PATRIMONIO DE LA SECCIÓN XXII DEL S.N.T.E.

DÉCIMO PRIMERO.- EL GOBIERNO DEL ESTADO, A TRAVÉS DEL IE.E.P.O. RESPETARÁ EL PROCEDIMIENTO YA INSTITUIDO EN LA SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO DE FUNCIONARIOS DE LOS DISTINTOS NIVELES EDUCATIVOS DE LA ESTRUCTURA ORGÁNICA DEL INSTITUTO ESTATAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA.

DÉCIMO SEGUNDO.- LA SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO FUTURO DE FUNCIONARIOS DEL INSTITUTO ESTATAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA COMO RESULTADO DE LAS PROPUESTAS DE LA REPRESENTACIÓN SECCIONAL, SERÁN RESPETADAS EN LA FORMA Y LOS TÉRMINOS CORDADOS CON ANTELACIÓN, AUN CUANDO CAMBIE LA ESTRUCTURA ORGÁNICA DEL INSTITUTO[6].

En este punto es importante retomar la idea de Peters acerca de que “el buen funcionamiento de las burocracias depende de la aceptación de la impersonalidad y universalidad de las reglas. Si las reglas de una organización deben renegociarse con cada individuo —ya sea un empleado o un cliente—, las burocracias no solo se vuelven ineficientes sino también superfluas[7]”. En Oaxaca, el Gobierno del Estado renegoció hace 23 años, con la suma de individuos de este burocracia, las reglas generales. Los valores de cada individuo, en este caso permeadas por la ideología de lucha de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, al estar antes que el servicio que brindan, violan el principio de impersonalidad. Como indica el razonamiento del autor, esto provoca la ineficiencia de la burocracia. En Oaxaca, de acuerdo con el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, se pierden entre 80 y 100 clases de 200 programadas durante el año escolar. Esta ineficiencia es de varias décadas, pero fue hasta el acuerdo citado cuando se entregó formalmente facultades del gobierno al sindicato, con lo que se ha avanzado en la privatización de la educación pública.

La privatización de la educación pública en Oaxaca, no solo se refiere a la movilización sindical y las protestas que cancelan clases de manera reiterada. Como se ha planteado, tiene una implicación directa en la estructura burocrática del gobierno. “El gobierno del estado, por conducto del I.E.E.P.O. y conforme a la legislación aplicable otorgará un banco de plazas como patrimonio de la sección XXII del S.N.T.E.”. La décima clausula es un claro ejemplo de esa privatización. Los intereses de grupo mantienen un banco de plazas al margen de la aplicación de reglas generales. En este sentido, no cabe pensar en una burocracia como la de Weber, en la que el ingreso al servicio público esté dado por el conocimiento técnico y la promoción por medio de los méritos. Menos en el sentido de  Wilson, pues nada hay de democrático y científico en que un grupo de trabajadores tenga el patrimonio de un banco de plazas, y que fije sus propios criterios de ingreso y ascenso, de acuerdo con fines privados, que en los últimos años han acentuado el interés en mejores condiciones salariales, que en asuntos relacionados directamente —en términos de la NGP— con el mejoramiento de la educación, el servicio, y con ello la satisfacción de los clientes, alumnos y padres de familias.

En esto hay una implicación a tomar en cuenta, según Peters “a medida que los gobiernos tienden a otorgar a los clientes mayor participación en la administración de las leyes que los afectan, y más derechos para quejarse de las fallas administrativas percibidas, las burocracias formales se vuelven menos valiosas y menos aceptables en términos culturales”[8]. Está afirmación tiene relación con numerosas organizaciones de la sociedad civil, entre las que destaca “Mexicanos Primero”, que se han pronunciado por un cambio radical en la relación entre los gobiernos federal y estatal y esta sección sindical. Esta relación debería pasar, de acuerdo con ellos, por la  aplicación irrestricta de la reforma educativa, cuyo eje principal consiste en la evaluación permanente de los docentes, con el fin de mejorar la calidad de la educación pública. En Oaxaca, a la fecha, no se ha aplicado esta reforma al artículo tercero de la Constitución Política Mexicana.

Guy Peters señala que “en la mayoría de las sociedades, el conflicto existente entre las demandas de los grupos de presión y el papel de la burocracia en la toma de decisiones constituye uno de los conflictos más importantes en el seno del gobierno”[9]. El caso de Oaxaca es interesante porque aquí burocracia y grupo de presión son lo mismo en cuanto a la política sectorial educativa. Los grupos de presión buscan del gobierno un trato preferente, en este sentido, la burocracia educativa, los maestros y trabajadores adheridos a la sección veintidós, no son buenos servidores públicos siguiendo a Peters, porque “un buen servidor público tendrá opiniones concordantes con las de uno u otro partido respecto a las políticas, pero si esas opiniones le impiden servir lealmente al gobierno de otro partido, debería renunciar”[10].

Evidentemente, el autor se refiere a un panorama distinto al mexicano, pero está visto que incluso en la administración pública federal, con el cambio de régimen en 2000, hubo una continuidad en programas gubernamentales, puesto que una característica de la burocracia es darle estabilidad al sistema político, que haya una dirección diferente que defina las prioridades de la agenda gubernamental y diseñe políticas como la educativa no impide que los servidores públicos mantengan valores diferentes a los del gobierno, sin embargo, esto no debe ser causa de deslealtad y mucho menos de desestabilización política, pues esto no solo afecta al gobierno que se trate, sino sobre todo a los clientes, que desde el enfoque de la NGP son el centro de las políticas por encima de la estructura organizativa del gobierno.

La deslealtad de la sección veintidós se expresa mejor en términos de capacidad de respuesta, ya que esta burocracia no responde a las demandas y prioridades del gobierno. La particularidad es que no se trata de una deslealtad hacia los gobiernos que se sucedieron en el estado o a nivel nacional hasta 2000, todos ellos emanados del PRI. Durante los últimos años su activismo ha sido también en contra del gobierno actual de Oaxaca, emanado de una coalición de partidos diferentes al PRI, que de hecho se comprometieron a promover las demandas magisteriales durante la campaña política.

La capacidad de respuesta a la que se refiere Peters va más allá de la lealtad absoluta de los servidores públicos a sus jefes políticos. Como bien lo señala “hasta cierto punto, la burocracia también debe responder ante los ciudadanos”[11]. En el centro de esta atención y como parte de la NGP, la burocracia debe ponderar las necesidades y derechos de los ciudadanos de la mano con el respeto por las leyes de los programas que se administran. Por ejemplo, la educación es un bien superior para la sociedad; la sección veintidós no responde adecuadamente a las necesidades de   1 millón 300 mil estudiantes, pero al mismo tiempo está violando su derecho a recibir educación pública. Los programas educativos, entonces, son definidos por la sección sindical y no por el gobierno.

En contraposición, se podría decir que los maestros de Oaxaca asumen un principio que también destaca Peters, que una burocracia pública también puede canalizar las demandas de interés social directamente a los procesos gubernamentales de formulación de políticas. Lamentablemente, las demandas  que promueve el magisterio oaxaqueño están lejos del interés social. Se centran, básicamente, en aumentos salariales y la ampliación de su nómina. En ello no hay ningún principio burocrático, solo la apropiación de una endeble legitimidad de la educación pública, que no sirve para formular políticas públicas, sino para administrar el patrimonio que les fue entregado en gobiernos anteriores. Las conquistas laborales están por encima del derecho a recibir educación. En esto el ciudadano es maltratado, o mejor dicho, la población en general es maltratada. Y como apunta Peters “si el ciudadano es maltratado por lo funcionarios gubernamentales, entonces no puede sino reforzarse la imagen tan frecuente de un sector público apático y arrogante”[12].

III. Conclusiones

La problemática magisterial en Oaxaca está relacionada con múltiples factores: políticos, económicos, sociales, entre otros. En este breve ensayo se abordó solo la dimensión publi-administrativa con apoyo del aparato crítico de Guy Peters. La relación fundamental analizada es la que existe entre el gobierno estatal y la sección del sindicato. Esta sección está privatizando la política pública; paradójicamente, está haciendo lo mismo que denuncia constantemente y es el eje de su jornada permanente de movilizaciones. Su apropiación del interés público está reforzada, y esa es la conclusión principal, por un conjunto de decisiones que fueron tomadas en 1992, cuyo testimonio está escrito, y que entregó, por decirlo de alguna manera, el control de los cargos dentro de la burocracia al sindicato. Éste es juez y parte de las decisiones, por tanto encubre y corrompe el sector educativo. La jerarquía viene dada por las relaciones de poder sindicales y no por la autoridad política.

El gobierno no cuenta con la lealtad del servicio público educativo, pero tampoco la sociedad cuenta con la capacidad de respuesta de este servicio público, que ha sido apropiado por un grupo de presión, que ha continuado una lucha en favor de sus propios beneficios, con lo que se aleja de las definiciones clásicas de Weber y Wilson sobre un buen servidor público, y no encaja en el esquema de la administración pública de una democracia, al radicalizarse y asumirse como el principal actor de un derecho que es de la sociedad y que este sui generis tipo de burocracia sabotea en perjuicio de los clientes. Se podría decir, atrevidamente, que los clientes son los maestros.





[1] Guy Peters, “Cincuenta años de administración pública” en Foro Internacional, El Colegio de México, 753.
[2] Ibid, 754.
[3] Ibid, 755.
[4] Ibid. 756.
[5] Ibid. 758.
[6] Minuta de 1992 (documento público). Gobierno del Estado de Oaxaca-Sección XXII del SNTE.
[7] Guy Peters. La política de la burocracia (1999). México: FCE, p. 131.
[8] Ibid., 131.
[9] Ibid., 302.
[10] Guy Peters, “Cincuenta años de administración pública” en Foro Internacional, El Colegio de México, p. 758.
[11] Ibid. 759.
[12] Ibid. 360.

domingo, 1 de marzo de 2015

Por el Color del Trigo

Toño Malpica

—Los amigos pueden ser felices aun si no se tienen entre sí.
—Oh, claro —volvió a resolver el Bribonzuelo.
—Por el color del trigo —opinó Tonio.
—Por el color del trigo —respondió el muchacho sin despegar la vista de la noche sonriente.
Tonio entonces alargó la mano y retiró el gorro de la cabeza del muchacho. Tenía los cabellos dorados, del color de los campos de trigo. Y la zorra tenía kilómetros y kilómetros de campos de trigo para recordar a su amigo. Había aprendido a tocar el acordeón. Sería feliz para siempre.
En la memoria caben planetas enteros, amistades eternas, lo sabían ambos. Basta cerrar los ojos para traerlos a nuestro lado porque, a veces, los ojos estorban.
Y Tonio...

entonces...


cerró los ojos.

*Pág. 63.