miércoles, 25 de marzo de 2015

La buena educación de Oaxaca

La Universidad Tecnológica de la Mixteca, UTM, celebró el viernes pasado un cuarto de siglo. Con ello se celebró también la conformación del Sistema de Universidades Estatales de Oaxaca, SUNEO, proyecto que emprendió el doctor Modesto Seara Vásquez sin imaginar lo que sucedería cinco lustros más tarde. A invitación de Heladio Ramírez, quien gobernó Oaxaca entre 1986 y 1992, y fuera su alumno, Seara se hizo cargo de un proyecto que puso en el centro de la educación superior la utilidad de la tecnología enfocada a mejorar los procesos de la vida humana. 

En 1990, la UTM inició funciones con 48 alumnos, cinco profesores y dos aulas en medio de un terreno árido que fue bautizado como “el desierto de Seara”, en la zona alta de Huajuapan de León. El trazo inicial era el de ser una pequeña universidad que respondiera a las necesidades locales. Con el apoyo continuado de cinco gobiernos estatales, el SUNEO cuenta hoy con una numeralia impresionante. Se trata de 10 universidades con 17 campus, que abarcan una extensión de terreno de 607 hectáreas, con al menos 1,000 profesores de tiempo completo y 10 mil alumnos. Su oferta educativa alcanza 75 programas a nivel licenciatura, 30 maestrías y nueve doctorados. Cuenta con 26 institutos de investigación, 109 laboratorios, más de 60 títulos de libros y tres revistas de publicación periódica.

Además, brinda servicios a la comunidad con 13 librerías, una biblioteca pública, dos jardines botánicos, tres campos experimentales, una clínica universitaria, el Museo de la Diversidad, el Archivo Histórico Minero del Estado, un parque tecnológico, dos estaciones sismológicas y doce meteorológicas.

Es un triunfo en términos cuantitativos y cualitativos. Resultado de un presupuesto bien administrado al margen de los vaivenes políticos y del activismo sindical improductivo, que tiene a la principal universidad del estado sumida en una crisis de muchos años, que pasa por la pérdida continua de clases. En 25 años la UTM y las demás universidades estatales han conseguido reconocimientos internacionales que hablan de la eficacia de su modelo educativo. Solo en usabilidad, en inglés Human Computer Interaction, alumnos de la UTM han ganado dos veces el primer lugar y dos el segundo lugar en los concursos internacionales convocados por la Association for Computing Machinery. El año pasado la licenciatura en Relaciones Internacionales de la Universidad del Mar  se posicionó como la de mayor calidad en México de acuerdo con el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior, por encima del CIDE y El Colmex, los think tanks mexicanos.

Recientemente visité la Universidad del Istmo, UNISTMO. A las ocho de la mañana, hora en que muchos siguen durmiendo, los futuros ingenieros industriales, en química, diseño o petróleos, toman clases de matemáticas superiores en una discreta ala de salones rodeada por la sombra de frondosos árboles. En el campus Tehuantepec visité el Instituto de Estudios de la Energía, donde se realiza investigación de punta relacionada con energías renovables como la solar, o el biodiesel obtenido del pistache amargo que abunda aquí. También se desarrollan tecnologías para aprovechar la energía eólica,  el gran campo de oportunidad de la región, donde las empresas del ramo más importantes a nivel mundial tienen grandes inversiones. La UNISTMO forma recursos humanos especializados y competitivos que salen al mercado a ejercer sus profesiones.

Por todo lo anterior, no sorprende que además del actual gobernador, el viernes pasado hayan estado en la ceremonia de aniversario de la UTM, dos ex gobernadores, Heladio Ramírez y Diódoro Carrasco, simpatizantes del proyecto de Seara. Es difícil no serlo, sobre todo cuando se piensa en el deterioro de la educación básica en el estado que, según el secretario Emilio Chuayffet, pasa por la pérdida de al menos 80 días de clases al año, de 200, a causa de la “vocación de lucha social” de los profesores de la sección 22. Si se piensa en términos de un niño que arrastra ese déficit de aprendizaje desde preescolar hasta secundaria, solo puede parecernos positivo que exista el SUNEO, y sistemas de educación media-superior como el COBAO y el CECyTEO, que puedan nivelar a miles de estudiantes.


Ese potencial lo tuvo claro Modesto Seara. Lamentablemente, el rector español convertido en oaxaqueño no va a estar siempre. Y de ahí la importancia de que el SUNEO consolide su estructura organizativa, para que el proyecto se mantenga al margen de los intereses de grupo que pueden derribar lo que con tanto trabajo se ha construido. A veces las grandes empresas surgen de la casualidad, pero en todo caso el tiempo se convierte en el juez de nuestros actos. Cuando hace meses le pregunté a don Modesto qué significaba para él Oaxaca en una frase, me respondió, con un brillo especial en su mirada severa: “es un sueño realizado, una utopía vuelta realidad”. Yo creo que el mejor juez de nuestras sentencias es el destino, que a veces convalida las casualidades. 

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