miércoles, 25 de marzo de 2015

En contra de la redundancia

La temporada electoral saca lo peor de nosotros mismos. Cuando se dice que se eleva el nivel del debate en realidad sucede lo contrario: el debate se trivializa más. La próxima elección en la que Oaxaca votará para elegir diputados federales va a cubrir los próximos meses el espacio público de los 11 distritos en disputa. Los candidatos —que no se caracterizan por argumentar por qué representan la mejor opción— estarán de gira estrechando manos, fingiendo sonrisas y entregando apoyos. En medio de la campaña el vacío: ¿Para qué quieren ser diputados federales al margen de sus ambiciones personales?, ¿cuál es el proyecto legislativo que pretenden llevar a cabo en los próximos tres años?, ¿cómo se articula su visión política con la del partido al que pertenecen y cuál es la justificación de pertenecer a ese partido en medio de la crisis institucional que vive México?

Comúnmente los candidatos a cargos de elección popular no tienen qué responder ninguna pregunta. Rara vez los candidatos dejan de darse “baños de pueblo” y de pronunciar un discurso barato para argumentar seriamente sus propuestas políticas. Sin embargo, el tiempo en que la sociedad esperaba pacientemente que terminara la arenga para que sonara la diana mientras aplaudía está por terminar. La gente no compra las mismas fórmulas siempre, por un lado está la creencia aceptada de que los políticos roban, y por otro lado que esto no es tan malo si, a cambio, le cumplen al distrito que los votó. No está mal que un político que ha sido diputado federal e incluso presidió la Mesa Directiva del Congreso le regale un auto muy caro a su hijo en navidad si ahora paga sus compromisos con el pueblo gestionando recursos que se traducirán en obra pública para algunos municipios; en proyectos productivos; en un tractor en vez de un Porsche para que un campesino trabaje mejor su parcela.

La gente espera resultados de sus políticos aunque estos roben, y cuando esos resultados no aparecen ya no los vota. Prueba de ello es la pasada elección federal, el PRI robusto de siempre solo ganó un distrito electoral: Juchitán de Zaragoza, y por una mínima diferencia de votos. Todos los demás fueron para el PRD y los partidos afines a la izquierda, lo que sea que signifique “izquierda” para quienes los integran. La diferencia es que aquella vez también se votaba por el presidente de la república y cuenta que Andrés Manuel tiene muchas simpatías en el estado; sin embargo, nadie puede ignorar que el PRI también despierta la simpatía de mucha gente que desde que recuerda entiende la política en función de ese partido… y perdió rotundamente.

Otra vez, los candidatos irán de pueblo en pueblo prometiendo las mismas cosas. Sería interesante preguntarle a cada uno de ellos y ellas que los apasiona más: Servir a la población o el “Congress Style of Life”, que incluye viajes parlamentarios todo pagado a varias partes del mundo. Hay un caso reciente, la diputada de origen oaxaqueño que gastó 171 mil pesos en un solo viaje a Makati, Filipinas. No hay gran cosa que decir de sus iniciativas de ley o de su gestión legislativa, pero es una de las principales viajeras con cargo al erario público. Para eso cualquier pretexto es bueno, las reuniones plenarias internacionales abundan. Viajar es mejor con fuero.

Italo Calvino, uno de los mayores escritores del siglo XX, visitó Oaxaca en una ocasión. De esa visita resultaron dos artículos magníficos que envió a la prensa italiana para su publicación. El primero de ellos se titula “La forma del árbol”, en el que comparte su asombro por el árbol del Tule que en sus rebuscadas formas es más que un colosal sabino, y a partir de su observación comparte esta línea: "¿Quiere decir que el secreto de durar está en la redundancia? No hay duda de que repitiendo innumerables veces sus propios mensajes el árbol se asegura contra la continua posibilidad de accidentes mortales en cada una de sus partes, y consigue imponer y perpetuar su estructura esencial, la interdependencia de raíces, tronco, copa".


Recupero a Calvino porque su reflexión es mucho más profunda de lo que parece. ¿No será que el secreto de los políticos está en la redundancia? Muchos de ellos repiten innumerables veces los mismos mensajes vacuos, se comprueba su enriquecimiento inexplicable y aun así duran en los cargos. Dejan de ser diputados pero se acomodan en otro lugar. La eficacia ya no importa, se han ganado un lugar para siempre en el presupuesto. Los accidentes mortales pueden ser la rendición de cuentas, la movilización social o el juicio de la opinión pública, pero ellos ya han conseguido imponer y perpetuar su estructura esencial. Han logrado la interdependencia en el poder. Siempre habrá lugar para ellos en los puestos directivos del gobierno o en alguna cámara alta o baja, federal o estatal. Tal vez empezaron siendo raíces y sueñan con ser copa. Pero la sociedad, en contra de lo que creen, ya no soporta tanta redundancia. 

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