martes, 2 de julio de 2013

Estás ahí

Eres mi primer visión cuando amanezco, apenas me despabilo, sigues ahí. Te encuentro vestida como siempre. Ese suéter que aparenta seriedad, esos vaqueros desgastados que no pretenden nada, esos botines cafés en tus pies pequeños. 

Nunca había sentido algo tan fuerte por alguien que ni siquiera conozco. Y "fuerte" es mi mejor definición porque no sé cómo llamarlo, ni si es malo o bueno, simplemente me quitas el tiempo. De repente, detrás de las puertas que abro, mientras me hundo en mis pensamientos en las esperas de la estación del Metro o la tortuosa marcha de los camiones, ahí estás tú, con ese gesto tan tímido y al mismo tiempo tan decidido, que se pierde y se halla cuando frunces el ceño. 

No recuerdo desde cuándo es así. No llevo una cuenta de los días que pienso en ti como si de hacer la tarea que no entrego se tratara. Seguramente han pasado sólo unas semanas, pero es como si te conociera desde hace mucho. Reconozco en tus ojos tan sencillos, tan claros y al mismo tiempo misteriosos, una familiaridad extraña. Como si esta historia ya la hubiera vivido en otro momento y en otro mundo. Es como si te hubieras aparecido en mi vida después de mucho tiempo de no vernos. 

Lo peor de todo es soportar la espera por volverte a ver. "Sólo pienso en ti", es fácil decir. Diré mejor que pienso en muchas cosas atravesadas por tu imagen; o mejor dicho, la imagen de tu sonrisa, el sonido de tu risa, los movimientos de tus manos mientras te burlas de mí. Y es que incluso que lo hagas me gusta; porque detrás de ese desenfado por el mundo entero, se esconde una ternura inmensa. Una ternura que descubro cada que miro los hoyuelos que se forman en tus mejillas blancas.

En mi versión de los hechos, eres para mí. El ahora no importa; el mañana es mío. Quizá diste de la realidad pensar así. Me puedo estar dejando llevar por un inusitado ejercicio de reflexión que saca a relucir mis incontrolables sentimientos. Sin embargo, apenas termino de escribir esto, ya estoy pronunciando tu nombre con el peso de todas sus letras. 

Mañana te veré donde siempre. En el mismo jardín cubierto de pinos. Te buscaré entre la gente, como si fueras la última persona que buscara en la Tierra. No importa si no te encuentro, porque mi mayor motivación no es estar contigo, sino desplazarme hacia ti. 

Sé que no entenderás estas líneas en su justa proporción, ¿quién sí? Lo que vale es que sepas que son para ti. Que de repente me parece bien la idea de quererte sin conocerte, y aunque no me pareciera, creo que es algo que uno no decide. O en mi caso está lejos de mi voluntad y cerca de tus pasos que persigo pacientemente.