lunes, 19 de octubre de 2009

Un cumpleaños, un color

Al hojear las páginas de una revista de frivolidades, me di cuenta que en cuestiones de moda el morado marca una tendencia en estos meses de otoño, aunque yo he visto el color desde hace ya varios meses en la ropa de mucha gente. La verdad es que, moda aparte, el morado es uno de mis tres colores favoritos, los otros dos son el azul cielo y el rojo. Me gusta porque es muy intenso pero también porque al no ser un color básico produce una reacción ante mis ojos muy especial, no pasa desapercibido. En el pueblo donde vivo, llamado La Capellanía, hay varios terrenos repletos de flores silvestres de tallo delgado y débiles hojas, sin embargo, el color morado de tales hace que mi púpila se deleite con su multitud. No aparecen en otras temporadas del año, sólo ahora en octubre; el otoño en mi hogar dista mucho de las imágenes de los árboles tirando sus hojas cafés ya que el morado tapiza sus suelos.
No sé por qué me identifico tanto con el morado, creo que en cuestiones estéticas sí aplica el dicho que apunta "en gustos se rompen géneros", pero volviendo al punto de las flores moradas (doblemente bellas), me impresiona que algo tan sencillo como una flor silvestre que nace por cientos en un montón de terrenos abandonados posea un tono tan llamativo. Mi reflexión es que a las cosas pequeñas, que muchas veces ignoramos por nuestros estereotipos, les sobra hermosura, así con una flor, con un ave, con un paisaje, con un lugar, con una canción, entre otras. Aun con los cumpleaños pasa así, en ocasiones cada uno transcurre con simpleza, con un gozo aparente que no centra su atención en la trascendencia de haber vivido un año más; de cualquier forma, el estar vivos no pierde su hermosura, es parte de la creación, la gracia y el plan de Dios.
Hoy reflexioné al tiempo que disfruté mi primer día de "veinteañero", contrario a lo que hacía en años anteriores no me decepcioné del tiempo pérdido y de las aspiraciones truncadas, al contrario, por fin adopté la filosofía reducida a una frase que pregono desde hace tiempo "en prospectiva", así es la vida. En el primer día de una nueva etapa estoy feliz, con algunos sueños de antes que se encauzan con una nueva visión; el enfoque ahora es menos egoísta y no carece de voluntad, los retos sin duda serán más difíciles pero al poner a prueba mi carácter no espero tropiezos. Mi reflexión sobre este momento es la de un nuevo ciclo que tendrá de mi parte la actitud de no escatimar ni menospreciar nada sino de apreciar y considerar todo con base en mis convicciones, los estándares y parámetros del mundo se esfuman para mí; el morado es el color de mis veinte años, intensidad su trascendencia...

martes, 6 de octubre de 2009

Octubre de lunas y nuevas

El sábado brillaba la luna esplendorosamente. Estabamos ensayando la alabanza del domingo en mi iglesia y dado que la construcción de nuestro templo está semidescubierta, se apreciaba el resplador blanco detrás de las ramas de un árbol de pirul que adorna el terreno contiguo al nuestro. La luna ha sido tomada por los hombres como objeto romántico de versos, cuentos, canciones, entre otros. La verdad lo es, me inspiró verla majestuosa, en la plenitud del anochecer, iluminando el panorama aunque fuese oculta detrás de las ramas del pirul. Recordé, entonces, que era octubre, mes conocido por sus estúpendas "puestas" de luna (si el sol tiene supongo que la luna también). No sé qué es más romántico, si los atardeceres o las puestas de luna porque justo un día después pude observar un hermoso atardecer de diversidad de tonalidades. Un cielo amarillo continuaba con uno rojo para volverse azul cielo y más lejos azul marino. Los paisajes relajan, al menos a mí me pasa que me dan paz. Le comenté a una amiga sobre el atardecer y estuvo deacuerdo en que estaba genial. La luna de la noche y el sol del atardecer cautivaron mi espíritu.

Mi mes favorito no tiene que ver con el ego que proyecto al relacionarlo con mi cumpleaños, como algunos piensan. En realidad, me parece un mes distinto a todos, un momento de tránsito en el año, en el que comienza el ocaso de las realizaciones, claudican los ánimos de emprender para dar paso a los momentos de reflexión que desembocan en los nuevos propósitos para nuestra vida. En octubre las lluvias cesan como si se calmara la tempestad de las situaciones, como si los individuos dejaramos de pelear para negociar; prudente mes. Las hojas comienzan a caer, diría un enamorado, en los parques las hojas se transforman. Tiempo de metamórfosis es más que la primavera. Si los paisajes son particulares, los días aumentan el misticismo del otoño.
La época que da pie al invierno pero también a los momentos más emotivos del año, para algunos parte de una celebración y para otros de tristeza y desolación. Lunas y nuevas son parte del otoño y del octubre. García Márquez titulò a una de sus obras El otoño del Patriarca, haciendo alusión al sentimiento que provocan los paisajes y la temporada en las personas. Yo creo que al mes número diez lo enmarca la síntesis de los momentos todos del año, una época en la que lo mejor o peor está por venir cuando lo mejor o peor ya tuvo su momento. Entronque definitivo de atardeceres y anocheceres que despiertan en mi corazón latidos propios de un romance que no vivo. Ay octubre, ojalá trajeras contigo lunas nuevas...