lunes, 29 de junio de 2009

Lo que yo quise decir

Escribo porque la última entrada causó más preocupación que gusto, no exagero al decir que llamaron para preguntarme por mi estado de salud. Acepto que no fui claro y conciso en lo que quería decir. Me emocionó mucho la película Star Trek hace dos semanas y quería escribir sobre eso, pero me salió un anhídrido. Fui a Oaxaca esa misma semana y una amiga que se caracteriza por ser muy incisiva (o muy sincera, pues) me dijo que era egoísta hacer entradas como las que venía haciendo, ya que sólo yo les entendía. Asentí su observación y en esta ocasión aclararé -por no decir traduciré- lo que yo he querido decir.

En la primera entrada hice referencia a la valentía por varias razones: 1. Este blog se llama "Los valientes de ombrosa", 2. No me gustan las alusiones a los héroes; el discurso sobre ellos está muy desgastado, por ello, cambiemos el paradigma y admiremos a los valientes y 3. Bueno, mi película favorita es "Brave Heart". En la segunda, escribí sobre una tarde muy bonita en CU. Fui a la UNAM a comprar un libro de Hans Kelsen para una materia, y bueno en sí, para toda la licenciatura; nos agovian con ese señor. Me quedé de ver con una amiga que veía por tercera vez en la vida y fue muy bonito caminar durante el ocaso del sol acompañado de una persona linda. Casi no había gente en rectoría, así que caminar por las islas me hizo pensar en muchas cosas, desde asuntos vocacionales hasta... Bueno, esa fue la historia. Después, en la tercera entrada sobre la discriminación decidí expresar mi inconformidad con la actitud de los estadounidenses, ya que fui a tramitar mi visa y básicamente me dijeron que era "brownie" y no podía viajar porque me quedaría a trabajar en la "pisca".

Posteriormente, hice referencia a las campañas políticas que terminan pasado mañana -gracias a Dios- y que ocurren en el peor momento de la política mexicana reciente. De ello hice referencia porque en verdad es patético, no sólo el despilfarro de recursos en propaganda y publicidad, sino la actuación de los candidatos. Pero bueno, la última entrada es a la que aludí en un principio, y después de este recuento, en esta ocasión quiero contarles algo más ameno. El jueves sintonicé el Canal de Congreso (ese famoso canal de televisión que está mejor que cualquier programa de comedia) y quiero contarles la sorpresa que me llevé con el tema que estaban tratando. Ahí tienen a la comisión permanente del Congreso exhortando a Peña Nieto a acatar la normatividad en materia electoral, ya que se está promocionando mucho. Pero además de las payasadas de Rodríguez Pratts, lo más chistoso fue cuando el senador Renán Cleominio Soreda Novelo pidió subir a tribuna para alusiones personales e hizo el más grande oso que yo había visto por televisión. Ya que Rodríguez Pratts se burló de su nombre, éste respondió con tremendo discurso en el que casi cita a la Convención sobre los Derechos Humanos por haber sido víctima de una violación ya que se burlaron de que se llama Cleominio. Ja, ja, ja, no pude contener las lágrimas, pero de risa, por esa demostración histriónica.

En fin, creo que el próximo 5 de julio habrá de hacerse historia; sí, el voto nulo pasará a la historia. El golpe de Estado en Honduras me pone a pensar cuan cerca estamos de una crisis política de esa dimensión. He escuchado con atención las propuestas, al menos de los líderes, y no me convence ninguno. Voy a votar, sí, voy a votar por el partido con el que simpatizo, pero no por ello estoy convencido de hacerlo. No quiero anular mi voto, es la primera vez que lo realizaré y quiero desquitar un poco de la muy costosa democracia mexicana. Voy a votar porque sueño con un parlamento distinto, no dos cámaras llenas de comediantes, salvo honrosas excepciones. ¡Veo un México con hambre y sed de justicia!, ¿sabes que les pasó a los dos hombres que pronunciaron esta frase? Fueron asesinados por el sistema. Los ideales sirven para adornar los discursos de oratoria y los poemas en declamación, no para cambiar los vicios de la política. Hoy te invito como mexicano, como joven, como estudiante y -por qué no- como un idealista frustrado, a votar. Con ello, al menos cambiaremos nosotros.


lunes, 15 de junio de 2009

Temporalidad de la ficción

La civilización moderna, un mundo en el que los problemas se resuelven con el conocimiento y no con el dinero. Vulcano es la suma aspiración de aquellos que sueñan con el progreso, pero ¿acaso sólo la ciencia y el desarrollo tecnológico mejoran a la sociedad? La lección de la ficción es clara, no. El universo es un sueño que los hombres han tenido desde la primera noche; el cosmos mismo es noche y tan sólo resplandece con las estrellas, como si renegara de su condición. Y la aspiración de conquistarlo mueve los corazones de los hombres, despierta el anhelo, lanza el reto, genera pasión! Los seres humanos tenemos límites que deseamos rebasar, creemos en la superación como motor de nuestro desarrollo, a fin de cuentas para millones "el hombre es la medida de todas las cosas". Sin embargo, hemos fallado al tratar de vencer nuestros desafíos, muchos los llevamos a cabo, tan sólo en la ficción. Hay cosas más importantes que ambicionar el mañana, los tiempos están determinados para nuestra raza. Tal vez por ello necesitamos de la ciencia ficción para realizar nuestros sueños en el presente. Fahrenheit 451 imagina a bomberos que tienen por misión producir incendios, en vez de combatirlos, con el objeto de que la sociedad no lea; los libros se queman indiscriminadamente.

Los valores humanos son nuestro distintivo, incluso para la ciencia ficción. Es tan característico nuestro comportamiento que los cineastas no logran disimularlo en sus películas. Spock aparece monótono, serio, rígido; pero cuando padece una trágedia sus sentimientos afloran. Su parte humana se contrapone a la idea de carácter de la civilización desarrollada, su raza lo desprecia por llevar genes humanos, por tener sentimientos que doblegan su rígidez. Y él rechaza los honores a cambio de asumir su naturaleza, mitad humano, mitad vulcano. Me parece que los extraterrestres actúan de forma más congruente que los humanos. En nuestro caso, rara vez asumimos nuestra pocisión, al contrario, preferimos recibir los honores de otros. Y eso va de la mano con que aprovechamos el presente, conscientes de nuestra finitud, de nuestra temporalidad, del instante que es la vida. Necesitamos del presente para saciar nuestra ambición, y lo que nos es imposible hacer en la realidad lo llevamos a cabo en la ficción.

Los tres estadios del tiempo: el pasado, el presente y el futuro. Presente que no nos alcanza para realizar nuestros sueños, futuro que se vuelve ficción y ¿qué hay con el pasado? Todorov nos diría que el pasado participa en el presente a través de la memoria. Ésta es selectiva en cuanto no considera la verdad de lo que fue, sino que elige las partes de la historia que le son útiles; la memoria sirve a los propósitos de quien quiere encubrir o tergiversar la verdad pero alivia a los que no quieren sufrir con el recuerdo de las tragedias. Spock observó la destrucción de su planeta, la memoria le fue útil para ignorar ese momento y pensar en lo siguiente, en el futuro; por ello, actúo decisivamente y tomó el mando de su misión. Fue valiente y resistió el tormento de sus sentimientos humanos, para aprovechar los segundos de su presente que se esfumaba a cada paso. Creo que la temporalidad de la ficción se reduce al tiempo empleado en el anhelo del futuro, al tanto que el presente se evade por temor a repetir los errores del pasado. Quizá a eso se debe que el saludo característico de Spock sea en prospectiva, una prospectiva con sentido: "Larga vida y prósperidad".






lunes, 8 de junio de 2009

Contaminación, ¿visual?

La sonrisa fíngida denota aspiración sin compromiso y, más aún, interés sin empatía. Las avenidas están tomadas por quienes pretenden conquistar el favor de otros. Figuras estáticas, retocadas cuidadosamente para hacer parecer que emanan un "destello de esperanza", pero que en la mirada -los ojos no se maquillan- muestran tristeza y vaciedad. Diario camino entre las calles que me invitan a elegir, pero los ojos de los secuestradores del espacio público me desaniman a hacerlo. He buscado, sin encontrar, una mirada sincera, unos ojos que, al menos, parezcan el reflejo del alma; no los hallo. La ciudad deviene vitrina de rostros que molesta y lastima porque, más allá de un escenario lleno de luces y colores, la realidad arroja un escenario lleno de conflictos y necesidades. Cómo decirle a una persona de Chalco que los setenta pesos que cuesta un pendón son "democráticos", cuando ese dinero le daría de comer a sus hijos un día más.

Al parecer, el lenguaje justifica los defectos con denominaciones rimbombantes. Es así como "construimos la democracia" y no es que paguemos con nuestros impuestos un desfile de vanidades. Pero el dinero es sólo una parte de los costos de un sistema defectuoso, hay uno que pasa inadvertido a la hora de sacar cuentas y que, en mi opinión, es el más grande. La dignidad de los ciudadanos que soportan el secuestro de su ciudad es atropellada ex ante y ex post. Sus peticiones son oídas, que no escuchadas, por los aspirantes, en una burla a su capacidad intelectual. El repicar de la palabra es el mismo: sí; claro que sí; cómo no; por supuesto; sin duda alguna. Lo cierto es que todo es un montaje.

Como en el escenario de una obra de teatro, las actitudes son ficticias. Después, el día que uno de los otroras secuestradores de avenidas se impone a los demás, las necesidades no sólo se ignoran, sino que se utilizan en el discurso para alcanzar objetivos individuales que nada tienen que ver con el interés soberano del pueblo. La dignidad es sólo una palabra de campaña para los ciudadanos. Después se convierte en una palabra de reclamo a los actores de una obra desgastada y desgastante. Caminando de regreso a casa, encontré divertido el paseo de imágenes, en mi optimismo dejé de pensar en la idea del teatro, consideré que lo melodramático requiere una inteligencia y esfuerzo mayores a lo que veía. Entonces pensé que la comedia era un buen género para el tiempo de campañas, el circo explica mejor la realidad.

miércoles, 3 de junio de 2009

Discriminación, desigualdad, o simplemente política.

Una oficina disfrazada de cuartel o un cuartel disfrazado de oficina. El inicio de la inspección saca a la luz los mitos de una sociedad asustada del orden y el control. Entré con la cabeza alta pero la mirada baja, conciente de que las formas merecen la aceptación. A pesar del tiempo y el agovio, esperé, esperé, esperé... Despejé la mente de los miedos infundados que tratan de aconsejar pero que resultan en más miedo. Entonces me enfrenté al destino. Se llamaba desigualdad aquella que lo anunció, y separó nuestros cuerpos con un cristal que nos dejaba ver en situaciones distintas. Las preguntas tendían a lo mismo pero los gestos contrariaban el interés de quien las formulaba, entonces pensé que la discriminación acompaña siempre a la desigualdad, no es más que la forma del fondo. Después de buscar explicaciones y no hallar contestación, caminé entre la multitud tratando de ocultar el sentimiento que albergaba después de la decepción que trajo consigo conocer a esas dos palabras. Cuando voltee antes de salir y miré la bandera en el asta, me dije a mí mismo: "No es más que política"...