viernes, 24 de diciembre de 2010

Tengo un cohete en el pantalón

La verdad caminar por las calles de Polanco en noche buena es una experiencia rara. Penetrar en las oscuras avenidas que se desvanecen ante las boutiques de lujo en completa soledad dio tiempo para meditar en los valores materiales y espirituales de la vida cuando se celebran, por unas horas, la paz y el amor. Agitado y sudando llegó a la puerta de la iglesia jesuita, una de las más elitistas de la ciudad y reconoció en el auditorio a las personas que recurren a la cámara de las revistas rosas.

Así se dio un respiro y continuó su trayecto al suburbano en el que observó a un grupo de mujeres indígenas con sus hijos, riendo entre ellos, como disfrutando aquel momento. Una le pregunto de esta manera - perdóneme, de este lado me lleva a Tacubaya, parcamente le respondió -sí. Se conmovió como siempre por la humildad de la gente desprotegida y recordó su misión.

La comida que no cena de navidad se tornó por momentos tensa ante los orgullos a flor de piel de los miembros de la dinastía. Política que no diplomacia familiar antes de decepcionarse de hallarse lejos de su hogar, porque estaba a kilometros de la casa perdida en el campo de los suburbios de la provincia, así de lejos. Cruzó impresiones con las figuras de autoridad que asistieron al ágape y se despidió como con prisa, con ánimo de dormir para soñar y soñar para vivir.

Una consigna no dejaba de sonar en su conciencia, algo que le decía: ningún sentido tienen las guerras, también la que incluía a la batalla que acababa de librar. Aunque la había esperado mil horas a lo largo de algunos años, tan fría y blanca como la nieve que veía en sus panoramas gélidos, ella continuaba su trayectoria en sentido opuesto a quien últimamente sólo se asumía como: Pacífico.

P.D. En todos los sentidos y "especial" a veces.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Frío de perros

La tradicional celebración navideña se tornó incómoda cuando afloraron los desplantes y recelos que normalmente se dejaban para el año nuevo. Triste fue convivir con personas con pre-nociones acerca de su persona, personas que de antemano lo juzgaban, sin darle la oportunidad de demostrar que era el mismo pero más maduro, más prudente. Se acordó de aquel irreverente adicto a Facebook que no tenía empacho en decir a todos lo que pensaba, aunque no fuera lo más conveniente.

Ya en el autobús de siempre, alcanzó a dormir antes de que sus pensamientos lo atormentaran consciente, mejor en sus sueños. Ahí tenía más flexibilidad para defenderse. Pensó en las oportunidades que le habían dejado los últimos meses, en las personas valiosas a quienes había conocido en un contexto muy diferente al de su comunidad de antaño. Quiso desaparecer para sus "conocidos" y ocultarse en una nación distante que acogiera sus sueños y le proporcionara el círculo para realizarlos.

Un lugar en el que la gente amará sin condición y se mostrara transparente, en donde pasaría horas riendo de cualquier cosa, la más simple. Rodeado de seres con magia, y vaya que le costaba asimilar el término en sentido amplio. Después de los romances furtivos que desgastaron su espíritu y de las calamidades constantes del pasado, que encontraban la mejor ocasión en navidad para hacerle daño, el forastero finalmente volvió al trabajo.

A las seis de la mañana de ese lunes, se reencontró con el asfalto gris y el olor a podredumbre que paulatinamente anunciaron un hábitat de resistencia que forjaba el carácter duro y la personalidad fría que, al menos, debía aparentar si quería sobrevivir. En el fondo y con el resplandor del alba, seguía valorando a aquellas personas imprescindibles que nunca lo dejarían. Dos de ellos, por alguna razón llevaban puestas pulseras rojas.

P.D. Los perros no tenían frío, a pesar de que el frío estaba demasiado perro.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Vaivenes y bienes

El frío de la madrugada enchinaba su piel en la habitación que rentaba en la metrópolis. Al medio día sudaba al caminar tomando café por una de sus avenidas, buscando encontrar un objeto sin características definidas. Una noche antes, acudió a celebrar a un amigo cuya virtud era el arte, entendido como música, entendido como carácter. La verdad, tres meses fueron suficientes para alimentar un cariño sincero hacia sus compañeros del colegio. La confianza lo cimentó, sobre todo, con su amigo amante a las baquetas y batacas.

Decidió aprovechar el sábado e ir al cine a distraerse. Así mismo, observó con el marinero de otra historia el árbol de navidad gigante y sus colores deslumbrantes. Lo admiró al tiempo de comentar con su acompañante los pormenores acerca de su sentir sobre la amistad y los bienes. Bienes que muchas veces afectan lo verdaderamente importante, al punto de quebrar sentimientos humanos por interés pasajero.

Hacía semanas que hizo un pacto con su "conciencia". Le prometió que bloquearía de su mente a quien le hacía daño, con la intención de perdonar pero, sobre todo, olvidar. Aquella voz perenne le contestó que por hay del 24 de diciembre ya ni se acordaría. Debía aprovechar el tiempo en el cierre del año de sus reivindicaciones que, no obstante, reflejaba cierta incertidumbre ahora que se miraba en el espejo con más barba y un destello débil en sus ojos cafés.

Cada vez se sentía menos llamado a su tierra natal. Se ligaba más fuerte al lugar que lo vio nacer para soltarlo al poco tiempo. Se sentía a gusto con el bullicio y las complicaciones de todos los días, que lo mismo lo obligaban a recorrer muchas estaciones de tren para trasladarse de la escuela al trabajo que correr de sus perseguidores en el campus y en la oficina. Aunque varios intentaban sitiar su proyecto y acorralar sus convicciones, encontraba en la bondad de corazón de sus amigos, en especial, del artista y del marinero, un aliciente para encarar el fin de un ciclo...

P.D. La astucia lo posicionaba frente al vértigo de su momento y el verdugo de su conciencia insistía en torturar sus emociones.


domingo, 21 de noviembre de 2010

Banquete de vanidades

Sólo detrás del Gobernador, el intrépido joven se encontraba el Día del Grito de Independencia. Con miedo, como todos los asistentes, observaba la muchedumbre aglomerada en el zócalo, símbolo, éste, del poder de la ciudad colonial y del estado sureño. Fue el primero en saludarlo concluido el acto oficial, notó su gran nerviosismo y apretó una mano endurecida por el destino, el mismo que lo había llevado del reconocimiento al repudio, del éxito al fracaso.

En el salón "Gobernadores" del Palacio de Gobierno, el joven contempló los retratos de quienes habían encabezado el poder ejecutivo durante la historia, que no parecía tan grande ahora, de su patria chica. Los funcionarios de gobierno llegaron poco a poco a aparentar con sus pares, haciendo gala de relaciones públicas que de poco servían a sus intereses después de un rotundo fracaso en la elecciones pasadas. El partido, de plano, se cayó.

El candidato perdedor, que semanas atrás aseguraba su victoria y actuaba con soberbia, ahora saludaba a todo el que se acercara a él, e incluso a quien no. Se fotografiaba y trataba de mantener el control sobre el naufragio de su vida. Los militares llegaron con sus elegantes uniformes. El General y el Almirante departieron con el Rector de una universidad siempre en crisis de paros y los Diputados de allá y de acá; además llamaron la atención los juniors que se dieron cita con sus mejores galas, atendiendo la invitación de los hijos del Gobernador.

Al misterioso joven de la corbata roja, le había entusiasmado la idea de presenciar el Grito de Independencia en su conmemoración bicentenaria. Francamente imaginó un escenario distinto al que ahora analizaba; pensó en una celebración ferviente a los héroes y sus hechos, en vez de un evento "a fuerza", un banquete para las amistades y los funcionarios de siempre, a quienes por alguna razón llamaban "vallistocracia" en aquel lugar.

Al término de los fuegos artificiales, se fue caminando adonde tomaría el transporte que lo llevaba a su casa en las afueras de la ciudad. Solo, como había ido al evento del año, regresó pensando en la coyuntura... su coyuntura. Era ya, parte de las decisiones que tenían que ver con el estado, por mínimas que fueran. En la capital de la república, apoyaba a promocionar el turismo y difundir la cultura, esa era su "chamba". La que le permitía asistir a esa clase de eventos e incluso le daba una especie de status. Faltaba mucho camino por recorrer y, sin embargo, se hallaba hastiado de tanta vanidad.

P.D. Cinco días antes de retomar sus estudios universitarios, casi se la creía cuando lo llamaban licenciado. 

jueves, 21 de octubre de 2010

De cepciones y excepciones

Después de intercambiar miradas "coquetas" y pasar tiempo juntos pero no solos, los universitarios en pleno aprendizaje decidieron tomar caminos distintos. Ella se dirigía religiosamente a atender sus responsabilidades en casa, mientras él asistía por obligación a las horas que le redituaban un ingreso para sostenerse. Curiosamente, ambos tomaban direcciones contrarias a la salida de clases, ella hacia el norte y él hacia el sur del aula, enmedio del campus, enfrente de los pastos verdes que les servían de descanso.

Los últimos días, Desiderio había apreciado demostraciones istrionicas y comerciales únicas en la urbe más grande del planeta. Al perreo de unos nada improvisados raperos o cómo se diga, le siguió el espectáculo de un declamador ambulante en un vagón de metro; al "catastrófico" de las canciones reggetoneras, ¡ahora resulta! siguió el reproche de quien engolaba la voz para impactar a su público, ya que no ponían atención ni saludaban a un susceptible estudiante o simplemente joven con apariencia de alumno de Filosofía y Letras.

Lo que llevó a Desiderio a una profunda reflexión fue la estrategia de venta del tercer personaje, uno que parecía "cuyo gigante" según su descripción. Se ufanaba de fabricar chocolate fino y contar con una empresa quebrada por pleitos familiares. Con reservas le compró uno después de que una transeúnte le espetó al vendedor que su chocolate no le gustó, "es de un sabor feo" dijo. Para entonces ya nada le sorprendía, la caótica Ciudad mostraba un lado distinto al que conoció cuando vivía en el sector de la Oligarquía, en donde los ricos se hacen más ricos y los pobres son indiscutiblemente más pobres.

Hugolina, la amada de Desiderio, se mostró cariñosa con quien era aún el dueño de sus pasiones. Esto sucedió aquella mañana al salir de clases, justo cuando él daba por hecho la "química" con ella. Debió observar a distancia los movimientos de la pareja, que sin explicación aparente, se marchó del lugar, dejando un vacío sentimental por poco tiempo.

La vuelta a la rutina y la exhibición de tragedias en los pasillos del subterráneo y sus afueras cayó como balde de agua fría sobre su conciencia. Acaso era un afortunado de poder querer y disfrutar de alguien cuando tantos naufragaban impotentes en la pobreza y tristeza de sus días y el frío de sus noches. Desiderio mostró optimismo, todavía podría comerse el mundo a bocanadas y le asfixiaba haber conocido tan poco, razón por la que se ahogaba en un vaso de agua.

Finalmente se marchó, sí, de aquella oficina que le distraía y, a veces fastidiaba, caminó de nuevo a su hogar, emprendió un fugaz viaje por las avenidas escondidas que le condujeron a su casa. Recordó el campo y su tranquilidad, hizo un balance de sus conquistas y fracasos y dejó que la tarde transcurriera entre lo inverosímil de sus frustraciones...

P.D. A fin de cuentas, el horizonte pintaba bien y siempre vio la vida en prospectiva.

sábado, 9 de octubre de 2010

Recorriendo en viernes

Comentábamos los pormenores de las discusiones poniendo énfasis en la exposición de los involucrados. Celebrábamos que era viernes y teníamos más opciones que si fuera jueves, miércoles o domingo incluso. Así perdíamos el tiempo o ganábamos el espacio enmedio de un jardín que reflejaba la luz del sol con más frío que calor.

El día transcurrió como siempre, sin novedad. Por ello, el agobiado empleado de la fábrica de documentos, decidió platicar de camino a casa, con un veterano de guerra, acabado por las circunstancias trágicas de su destino. Subieron al tren en el andén al que bajaron poco antes y sacudieron el cansancio aprendiendo mutuamente, la experiencia y la juventud se entrecruzaron en un diálogo distractor.

A poco de llegar a su casa, el joven discutidor, inconforme con el estado de cosas e impotente de cambiarlo por sí solo, abordó un taxi porque el cuerpo no aguantaba ir de pie en el camión y soportar el ruido de las canciones de moda. Al primero que pasó le hizo la parada y se sorprendió de que el sorprendido taxista no supiera dónde estaba su colonia a pesar de colindar con la avenida.

Se perdió entre las calles y avenidas de la zona y asustado por el precio que aumentaba a cada instante, notó que el susto era del conductor que sospechaba de algún ilícito de su parte. Analizaba pues por el retrovisor, el rostro perdido del pasajero, que prefería el paseo a soportar el escándalo y el mal manejo de la ruta que lo dejaba en la esquina de su casa.

Finalmente llegó a su hogar temporal. Cenó en compañía de dos amigos, uno de siempre, el otro de apenas. Platicaron de su día, semana, mes, año e incluso vida. Ganaron el tiempo reflexionando acerca de la "crisis", "pobreza", "decadencia", "violencia". Al fin y al cabo, las buenas noticias comienzan dos meses después: en navidad.

Por ahora, sacar las cuentas y elaborar un balance previo al final del año de Hidalgo recompensa más. Al menos, le quita pesimismo a la época de festejar...

P.D. ¿Alguien me ayuda a recordar qué?

viernes, 27 de agosto de 2010

¿Navegar o divagar?

Comer tacos cada semana y en ocasiones hasta dos veces en la "calle del hambre", rutina que sacia las tripas de los ambulantes y sirve de distracción al diario menú de comida corrida. Sobrevivir en la convivencia cotidiana que genera afecto y no da lugar a rencillas aunque los absurdos de la vida son proclives a ello. Así transcurrió de la primavera al verano, el tiempo de los mosqueteros en decadencia física pero crecimiento intelectual, así sus días intentaron ganarle a sus noches la batalla de las pesadillas de cansancio y estrés enmedio del viento y la lluvia.

Uno le decía al otro que "la vida es muy difícil" tanto como sacar un diez en matemáticas avanzadas, mientras el otro alegaba que la solución a los problemas estaba en "echarle ganas", así nomás. Simpleza de discurso que se compensaba con la mirada sincera y el gesto amable únicos de la amistad verdadera. En ese sentido se toleraban, si bien uno no esperaba las recomendaciones del otro, y éste a su vez no concedía a los regaños del uno, últimas tres letras de su pila de nombre.

La universidad y la oficina, espacios que demandan del ser más que ganas para emprender la batalla diaria. Inteligencia y astucia para salir adelante "aprendiendo a ser gavilán enmedio de las gallinas". Zarpar al elevar las anclas de la pereza y el conformismo cuando se sabe que nuestro entorno se desmorona como una concha al ser partida. Se extienden las velas rumbo al destino nuestro que es mejorar la situación a pesar del oleaje de adversidades más violento que nunca.

El timón de mando está en manos de un experto por sus muchos naufragios aunque novato en el uso de la brújula y el astrolabio. No importa, porque el capitán uno cuenta con un diligente marinero, imbatible cuando de cálculos estratégicos se trata. Su profesionalismo lo ha llevado a no escatimar recursos para conseguir lo que se propone aunque su apariencia tímida parezca esconder sus atributos de almirante.

Puede que compartir el transporte, no solamente el marítimo, sino el metro, los taxis, peseros, bicicletas, piernas, entre otros, los haya unido paulatinamente. Se han salvado de morir atropellados o arrojados a las vías del subterráneo si bien a poco estuvieron de ser asfixiados en un vagón, y, sin embargo, recuerdan graciosamente el día en que a uno (perdón, al otro) le fallaron los frenos de la bicicleta y gracias a un milagro salvó la vida de un despeñadero exactamente proporcional en peligro al medio de transporte que conducía.

Han enfrentado juntos el miedo que ya no tienen y han batallado con los dilemas de la realidad separados, pero no se entienden en razón de un conflicto de intereses ya que firmaron un contrato de "piratas hasta la muerte", y no me refiero a que no sean auténticos; al contrario, la confianza los llevó a estrechar sus manos sucias por no decir "infectadas de bacterias". En aquel puerto de sueños por conquistar y anhelos compartidos, miraron el barco de sus vidas alejarse poco a poco de sus costas para navegar por las aguas turbias pero no imposibles de su juventud.

P.D. Por cierto, los chistes del marinero diligente eran bastante malos y aún así alegraban el corazón de quien se creía el capitán.

lunes, 23 de agosto de 2010

"Hice lo que tenía que hacer... Dios dirá"

Ya en la oscuridad, sin los aplausos, en su vehículo, Armando Pérez Rocha dejó de sonreír. Segundos antes, el oráculo al que habían esperado, se manifestó. La anhelada encuesta indicaba que el candidato del Partido Vitalicio del Pueblo estaba ocho puntos abajo del abanderado Anastacio Bueno del Campo.

Llegaban hasta ahí los estallidos de los fuegos artificiales y el grito: "Ya cayó, Perpetúo ya cayó!". Uno de los más cercanos a Armando Pérez decía con la voz quebrada: "Tranquilos, tranquilos, esto no se acaba hasta que se acaba", pero quienes le escuchaban mantenían los gestos sombríos.

Las ocho y media de la noche. El aspirante del vitalicio terminaba el muy breve mensaje ante los medios de comunicación. Dijo que sus indicadores en todas las regiones le daban la ventaja, pero agregó que esperaría a tener todas las actas para confirmar su victoria. Casi siete horas antes, en el Zócalo de Huayac, Armando Pérez dijo al cronista de EL MEDIO: "Mira, yo hice todo lo que tenía que hacer. Y lo hice bien, de buena fe. Ya de lo que pase... Dios dirá".

Paseaba con su esposa Ramira y sus dos hijos. Había quienes se acercaban a saludarlo. Alguien le dijo: "Señor gobernador", simplemente contestó: "Gracias, por tu confianza". Se le veía tranquilo. Platicaba que la noche anterior fue al cine, vio Juguetes Animados 3. Y que después de votar en pueblo Piña su mamá lo chiqueó, le dio para desayunar consomé de rancho y entomatadas.

"Bueno, pues ahora a esperar", se despidió cerca del convento de los dominicos, después de la caminata de una hora. En esos momentos, en la sede estatal vitalicia de la entidad, convertida en búnker, llegaban a las 25 computadoras los primeros datos. ¡Vamos cuatro puntos arriba!, confió Héctor Trecio, presidente de su partido en el estado.

Pasó el tiempo. En la casa de campaña y en el hogar del candidato se conoció el resultado de la primera de las encuestas de salida de un canal de la televisión que daba a Anastacio Bueno como triunfador. Llegó entonces la incertidumbre acompañada por la preocupación. Desde ese momento, la fe se manifestó en una frase: "Esperemos a que salga Ray Predios con la encuesta de Consulta".

Pero era inocultable que la sombra de la derrota se apoderaba del cuartel general del Vitalicio. Casi todos estaban atentos a las pantallas de las computadoras y los celulares. Fue en esos momentos cuando se decidió que Armando Pérez saliera a dar su mensaje, a decir que tenía ventaja. Así lo hizo. Antes de retirarse con sus acompañantes, Armando Pérez posó para las fotografías con los brazos en alto. Pero cuando salió a la calle oscura, alguien le dijo que el oráculo se había manifestado. Y las noticias eran malas...

Crónica modificada.

martes, 10 de agosto de 2010

El exilio en primavera y el regreso pa' después

El 10 de mayo, en pleno día de las madres, le dije adiós a la mía. Varios sucesos me llevaron a tomar nuevamente la decisión de volver a la Ciudad de México. Particularmente dos, los fallecimientos de mis abuelos, materna y paterno, en un lapso de dos semanas. El 15 de julio de 2009, me dieron de baja debido a mis malas calificaciones del Centro de Investigación y Docencia Económicas , una excelente institución de educación superior. A partir de entonces, busqué en Oaxaca las opciones para continuar ocupado, estudiar algo o trabajar de algo pero no estar sin hacer nada. Experimenté las dificultades de conseguir empleo y me impacienté por retomar mis estudios a la brevedad.

A finales del año pasado, conseguí trabajo en el Colegio de Bachilleres, apoyaba en la redacción de un documento importante para la institución y después fui finalmente asignado a dos planteles para impartir la paraescolar de oratoria; disciplina en la que me consideraban no tan malo para no pagarme ni tan bueno para pagarme lo justo. La experiencia se truncó de repente por la intervención del sindicato que pidió mi despido a cambio de no tomar los planteles donde laboraba. Mis días transcurrían tranquilamente, a pesar de las adversidades que nunca faltan, y pensé que mi futuro estaba en la provincia que me vio crecer. En un lugar fuera de tiempo para mí, buscando en que ocuparme para matar las horas vacías entre mi casa en el suburbio y las actividades en el centro.

El molde de mi carácter me formó del éxito al fracaso y de la risa al llanto. Sólo Dios sabe lo que pensaba en la desesperación de aquel lunes cuando con una mochila me lancé a la aventura otra vez. Casi a media noche di la espalda a mi hogar para hacer futuro. Dos semanas después conseguí el empleo que necesitaba y tanto quería, tres meses después estoy en vísperas de ingresar a la carrera que me define en una buena universidad. En cuatro años te cuento como me pinta la vida, por ahora te comparto este breve recuento porque yo sólo entiendo mi vida sobre la base de un plan superior a mi finitud. Concibo las "benditas coincidencias" como un regalo inmerecido pero incondicional que en amor eterno se envolvió...

P.D. He recibido sabios consejos de quien menos lo esperaba, este me agrada: "diviértase en lo que haga, de veras, siempre diviértase, de lo contrario se amarga".

domingo, 27 de junio de 2010

Del balompié, los chícharos


Último partido de la copa mundial de fútbol de Sudáfrica para la selección mexicana de fútbol. Tévez ultimó al Tri con un gol en fuera de lugar y un golazo desde muy buen lugar. 

En 2006, recuerdo la magia del botín de Maxi Rodríguez, quien en tiempo extra dejó estupefactos a argentinos y mexicanos. Hoy en Johannesburgo la historia fue similar sólo por los equipos. En realidad el fútbol mostrado por los jugadores fue distinto al de hace cuatro años. El empate de la cita pasada llevado hasta su última consecuencia (el gol de Maxi) recorrió las bocas de la afición con la sentencia: "jugamos como nunca, perdimos como siempre". Después del inexplicable inicio del Bofo, las manos de mantequilla del Conejo Pérez y el error del oaxaqueño Osorio, hoy pronunciamos: "jugamos y perdimos como siempre".

Escenarios distintos marcan las vidas de los jugadores argentinos y mexicanos, lo digo con conocimiento de causa. Leí El Diego de la gente, autobiografía del actual técnico argentino, así como El miedo escénico y otras hierbas de Valdano. Además, ayer vi la película "El Polaquito" que trata sobre la vida del adolescente argentino que lucha por salir adelante, y si bien no se centra en el fútbol, arroja alguna idea de por qué muchos niños y jóvenes en ese país se dedican a la pelota en vez de dedicarse a la escuela. 

En México, el fútbol también es una opción para salir adelante, a veces única; sin embargo, las posibilidades son mayores aquí. La desigualdad ingente en dos países de distintos hemisferios choca en un duelo deportivo. La seguridad de unos y el pesimismo de otros salta a la vista desde que se entonan los himnos nacionales. Un estadio pletórico admira exultante el espectáculo más popular del planeta, el que genera emociones tales que se llora o se ríe intempestivamente.

En fin, qué rescatable viene a ser para México contar con una nueva figura. Después de este mundial, Cuauhtémoc Blanco, la figura de millones de seguidores y por lo menos dos generaciones prepara su retiro ya aplazado en varias ocasiones. Un nuevo gladiador en la cancha reúne el perfil del futbolista exitoso, del mexicano aguerrido. Síntesis del jaguar de las selvas tropicales del sur y del águila de las estepas yermas del norte. Con carácter y decisión pero sobre todo: humildad, Javier Hernández es ya un icono de la renovación deportiva del país y por supuesto del fútbol. 

Sin temor a arder en el infierno del Manchester United, "El Chicharito" es admirado con exaltación y vitoreado unánimemente al salvar la honra de más de cien millones de mexicanos que se estremecen como la red ante el disparo del jalisciense. 

Con fervor sentí las notas de nuestro himno y miré la bandera en medio de África, deposité mis esperanzas de aficionado en la creatividad de mi equipo, hundí las pupilas absortas en la pantalla y me conmoví mirando a un joven de mi edad hincado ante el cielo en el centro de la cancha... 

Dispuesto a entregarse a su deber.

Nota: Consumir chicharos ayuda a soñar despierto.



martes, 22 de junio de 2010

¿Qué es la cultura hoy?

En 2006, don Carlos Monsiváis dictó una conferencia acerca de la cultura en el Teatro Macedonio Alcalá de la ciudad de Oaxaca. Recuerdo haberlo abordado para conversar con él. Le comenté que era orador y, en breve, tendría una participación en un concurso de oratoria. A lo dicho, me felicitó y aproveché para pedirle que firmara el borrador de mi discurso, que llevaba bajo el brazo, arrugado e incluso manchado. Con sencillez accedió, plasmó su firma con una caligrafía inentendible. Recordé haber leído una entrevista realizada por la revista "Quién", en la que el cronista declaraba no creer en los políticos. Confirmó su dicho y añadió sereno "pero voy a votar por López Obrador". De la conferencia recuerdo poco en realidad, oí, que no escuché la ponencia del Maestro; sin embargo, se estampó en mi mente aquella frase: "los mexicanos ven lo caro de los libros pero no miran lo caro del whisky".

Cultivar la tierra y cosechar los frutos, cultivar el pensamiento y cosechar las obras; desarrollar el ingenio y cosechar las artes y ciencias. En fin, la cultura mexicana en crisis por los escasos lectores, los demasiados televidentes, la apatía por la ciencia y la simpatía por las distracciones (el ocio). Las artes con pocos adeptos; a saber, por la falta de apoyos a su promoción y ejercicio. Músicos, pintores, escultores, escritores, sin incentivos para aprender y practicar. Atribulados por los problemas secundarios del país y confundidos por la imagen de un gobierno (asesorado por expertos en relaciones públicas), quienes conocimos al satírico Carlos Monsiváis extrañamos su presencia física, que no intelectual. Ésta permanecerá por siempre a través de sus escritos y exhortará a las nuevas generaciones (y también a las viejas) a hacer cultura.

Es fácil leer y también escribir; sería mucho más fácil si leyéramos y escribiéramos mucho. Leo mis memorias y recuerdo el día cuando don Virgilio me llevó a conocer el Museo del Estanquillo. Escribo que disfruté la colección del extinto, sobre todo las maquetas de rings y luchadores que me remontaron a mi infancia cuando apenas era un adolescente. Apunto que es uno de mis edificios favoritos el de aquel museo. Anoto que la ciudad de México me empezó a gustar mucho a partir de esa visita.

La cultura era Monsiváis. La cultura, hoy, depende de la voluntad de cada quien.

martes, 15 de junio de 2010

Tiempos pésimos para decisiones óptimas

La violencia que azota a México parece no tener fin. Hablar o escribir del asunto es común en nuestros días, nos estamos acostumbrando a la situación de alarma permanente. La mayoría nos informamos a través de los medios masivos de comunicación: televisión, radio, periódicos; sin embargo, quienes viven en las ciudades más violentas observan el estado "anormal" de cosas. Así, miran a los convoys de militares apuntando sus armas de grueso calibre a la población civil y escuchan sobre las formas de los criminales que torturan a sus víctimas. Los sentidos alterados de las personas atienden lo cotidiano con impotencia y el "círculo rojo" potencia la violencia en sus primeras planas en defensa de la libertad de expresión. El presidente definió como "apología del delito" la lista de Forbes en la que un narcotraficante era incluido, me pregunto si piensa lo mismo de los titulares de todos los días.

Las instituciones nacionales enfrentan un momento difícil que replantea el papel del ciudadano como actor decisivo en el sistema político. La falta de credibilidad en sus representantes promueve el oportunismo de empresarios e intelectuales que hoy se asumen como los portavoces del sentir del pueblo. Así, contemplamos las iniciativas y pactos en favor de sus necesidades y demandas interpretadas, claro, por individuos que gozan de una posición cómoda en la sociedad. Acaso le preguntaron a la anciana que encuentro a diario afuera del Metro vendiendo sus canastitas de mimbre, ¿cómo mejorar al país? Seguramente no. En tanto, la desigualdad se pierde en las avenidas y colonias en las que cada quien lucha por vivir mejor; paradoja de un slogan. La culpa no es del presidente o del gobierno federal, tampoco de los gobernadores, legisladores o policías; la culpa señoras y señores es: de nadie.

Ni siquiera de las bandas de delincuentes todos, narcotraficantes, secuestradores, ladrones. Más bien, el sistema es ineficaz para nuestro tiempo. Supongo que ha sido ineficaz desde que nacimos como nación libre y soberana. Aunque los problemas siempre van a existir porque los seres humanos somos imperfectos, lo cierto es que en México los hemos complicado. Hemos realizado el cuento de la tina de cangrejos que nos identifica como envidiosos y poco solidarios, tal que cuando un cangrejo intenta salir del recipiente, en vez de empujarlo hacia afuera, lo jalamos por las patas. La falta de acuerdos entre todos, no sólo los políticos, mantiene hoy un país sumido en la discordia. Hace tiempo proponía como la cura de todos los males "el cambio generacional", retomando uno de los ideales de Vasconcelos en el tiempo de la Revolución Mexicana. Actualmente comprendo la realidad desde otra óptica, me doy cuenta que no es tan fácil cambiar las cosas. No obstante, me alienta saber que yo elijo qué hacer y cómo hacerlo, me anima poder decidir sobre mí y mis acciones, me impulsa ser joven y fuerte pero sobre todo, me insta el vacío en el estómago al mirar a los ojos a aquella anciana.

viernes, 28 de mayo de 2010

¡1° Aniversario!



Señoras y señores,

A nombre de bruneitorres.blogspot.com, me complace compartir con ustedes unas palabras de celebración. A lo largo de un año que ha transcurrido vertiginosamente, el blog del ahora llamado Joven Bruno no ha pasado desapercibido al menos entre sus amigos y conocidos (mejor ni hablemos de colegas). Tratando tópicos tan diversos como: el significado de una palabra y la agonía de un ser querido; las campañas políticas y la amistad más importante; o los colores otoñales y la historia trágica de un desgastado artista del pancrasio, Bruno Torres Carbajal se nos revela como un escritor ambiguo que trata de decir lo que sólo él entiende, dejando en el camino incógnitas curiosas. Quizá el valor de sus textos sea ese, escribir para tratar de entender, en última instancia, lo que uno mismo relaciona con su experiencia.

El perfil del escritor siempre cambiante, comenzó a escribir aquí cuando estudiaba Derecho en una prestigiada escuela de Ciencias Sociales. Hoy trabaja en un área de Gobierno y escribe más de lo que pensó hacerlo. Lo conocí hace algunos ayeres cuando estudiábamos juntos, se la pasaba repitiendo que quería ser Presidente de México, por lo menos lo fue de los alumnos de nuestra secundaria, aunque debo admitir que yo no voté por él. Doce meses han sido testigos de la fuerza de expresión del narrador ambulante que bien roba la señal de internet para escribir, así como lo hace en horas de trabajo.

Me pidió que dirigiera algunos agradecimientos a sus más asiduos comentaristas, sin quienes no sería posible este espacio porque aunque sólo una entrada recibió dos cifras de opiniones, bien vale escribir para una sola persona que absorta atiende el sentimiento y pasión que le transmiten las palabras, frases, párrafos de un "loco" como muchos en el mundo. Hace unas semanas lo encontré al lado de un puesto de periódicos observando las notas más relevantes del acontecer nacional, aún sueña con cambiar a México y ser un líder reconocido. Siempre objeto de la crítica a su carácter colérico y sus modos extravagantes, tenía la mirada más serena, como si se hubiera aplicado un gotero entero de esos para limpiar los ojos.

Seguramente seguiremos recibiendo noticias de nuestro corresponsal de todas las guerras y ningún parte. Acaso sigue sin completar su labor de acuerdo con los parámetros que le fijan sus autoridades. Y a pesar de que sigue siendo complaciente con el status quo por mera necesidad, en su interior se gesta ya, la Revolución intempestiva y, en tanto, mi expectación no sólo seguirá latente sino al pendiente de lo que a menudo publique quien con todos sus defectos es: Bruneitorres.

viernes, 14 de mayo de 2010

Eran muchas las horas y algunos... recuerdos

Eran las diez de la mañana y corría por el circuito de Viveros Coyoacán. Parejas de novios, bien distintas, caminaban tranquilamente por las calles del parque, y otras apaciblemente conversaban en las bancas. El sudor en su frente liberaba las tensiones y demostraba esfuerzo en el novato corredor. Decenas de personas le acompañaban, de todas las edades caminaban, trotaban o corrían; otras preferían hacer yoga en los verdes pastos. Eran las once de la mañana y esperaba al amigo afuera del metro. Después del retraso, conversó con aquel "loco" sobre sus planes e hizo memoria de anécdotas dignas de risotadas. Eran las doce y el mediodía se notaba soleado desde su ventana, dio trámite a algunos pendientes y se preguntó: - Y ahora qué como? El refrigerador estaba vacío. Eran las dos de la tarde y un pariente ni tan lejano y aproximándose a ser cercano le llamó para invitarlo a comer; benditas coincidencias!

Eran las tres de la tarde y caminaba por una de sus avenidas predilectas. Entró a la book store y saludó a aquel Doctor. -Sálvese quien pueda! (rió)... la respuesta no se hizo esperar: -Hiciste lo correcto. Eran las cuatro de la tarde y sentados en aquel restaurant de comida mexicana dialogaban acerca de los últimos acontecimientos familiares, sociales, políticos, académicos, sentimentales e incluso económicos; terapia a medio pozole! Eran las seis de la tarde y miraba a las multitudes enajenadas por el consumismo; ancianos y niños mirando aparadores en el moderno centro comercial. Antes de cabilar sobre el por qué de tantas compras, quedó absorto enfrente de los cristales de Springfield.

Eran las ocho de la noche y aprendía chino (o al menos lo intentaba) de la mano de una profesional, además contactaba y comentaba con algunos amigos por la red. Eran las diez de la noche y la invitación a una fiesta de mariachis en una escuela fresa, - o sea no sé si puedo ir he... le animó y formó parte del convivió entre contemporáneos con facha de intelectuales e intelectuales con facha de contemporáneos. Eran las 11:59 de la noche y no supo si irse a dormir; por alguna razón estaba intranquilo. Tal vez tenía mucho que contar en su blog al día siguiente y apenas podía ordenar sus ideas porque después de tres días y cuatro noches, así como había mucho que contar, tenía mucho que olvidar.

jueves, 6 de mayo de 2010

Un choque de momentos

En las playas de altas olas, el solitario hombre rodeado de un concurrido lugar, esperaba despejar algunas dudas y tomar algunas decisiones. La turbulencia de los días pasados daba lugar a un tiempo de sosiego que le sentaba bien, al menos los paisajes siempre lo tranquilizaban. Con vocación de aprender decidió participar en las actividades que le marcaba su itinerario y darse así, la oportunidad de vivir nuevas experiencias.

A la vuelta de una semana que disfrutó intensamente llegó a "la cita de sus vacaciones". Aquella noche fue de sorpresas y novedades enmedio de la calma con la que habían transcurrido varios de sus años. -La vez pasada no fue así, se dijo en voz baja. Lo cierto es que cayó en cuenta de que ya no era aquel adolescente, las canas de su primera juventud brotaron en su cabeza como el agua en aquel coco...

Enmedio de la nada, con el autobús de pasajeros descompuesto y varios de estos lo mismo. Encontró un lugar por demás apacible en el que se asombró de lo simple y a la vez complejo de la naturaleza. Un oasis en el... bosque tropical no es tan sorprendente, pero la manera de hallarlo sí. "De adolescente a joven en un abrir y cerrar de días", acaso fue el desgaste por el calor o tal vez la interacción con gente más joven pero en la conversación que inició con aquella chica, se bajó la edad un año...

viernes, 23 de abril de 2010

Un violín para la eternidad

Para Manuel Torres
In Memóriam


Un hombre que a lo largo de toda su vida se dedicó a buscar. Buscó en distintos lugares y siempre encontró, excepto en la ocasión que se perdió su violín. Al centenario de su natalicio, desapareció el objeto (o más bien lo escondieron) para que no intentara tocarlo. Había tropezado en algunas ocasiones dadas las canas a cuestas pero jamás se vencía. En su juventud, conoció a Tata Lázaro en su natal Nochixtlán; el Presidente de México lo invitó a irse a la capital para proseguir sus estudios, o bien dedicarse a su arte: la música. Trabajó como Maestro en un internado llamado Francisco I. Madero, los aires revolucionarios lo perseguían puesto que nació en 1908.

Procreó una familia a la que me honra pertenecer. Tuvo cuatro hijos, nueve nietos, y alcanzó mirar a cinco bisnietos. En su vejez, aún caminaba por la colonia e incluso se dirigía a las iglesias a tocar en las misas, - Don Manuelito..., lo saludaban. Siempre alegre, era aficionado a los partidos de fútbol y lo único que nos contrariaba era que le iba al América. Vivió una larga vida que inspira a seguir el ejemplo de las "buenas gentes", de quiénes no buscan riquezas vanas o poder fugaz sino la trascendencia a través de los frutos de una fe por siempre indeclinable.

Aún recuerdo aquella tarde en la que le presenté a un par de amigos en su habitación, iluminado en el rostro por una luz tenue, recostado tranquilamente en su cama, con voz pausada y tono sabio, recomendó seguro a quiénes atentamente escuchabamos: "Sean felices."

Sentado a la orilla de su cama, en la víspera de su partida, las lágrimas no afligieron mi rostro porque el suyo reflejaba la esperanza. El violín sonaba en mi memoria con las notas magníficas de la canción mixteca y la figura de mi Abuelo Manuel desvanecía para dar lugar al recuerdo perenne...

jueves, 1 de abril de 2010

Él, canario que cantó

Para Conchita Cortés
In memóriam


Enfrentarse a un suceso ineludible en la vida tiene poco de cotidiano. Apresurado, tomé el primer camión para cruzar la ciudad y llegar a mi casa. El tiempo se agotaba rápidamente y se me hizo tarde. Los últimos días esperábamos lo inevitable, el paso obligado entre este mundo y el prometido por Dios. Esa noche supe lo que significa "tarde", la impotencia de no retroceder unos cuantos minutos el reloj, no del día sino de la vida; para Dios los tiempos son únicos e irrepetibles.

El desconsuelo se vuelve felicidad a partir del momento en que entendemos nuestra finitud y nuestro propósito. Sin embargo, el recuerdo y la nostalgia conmueven el corazón de quienes conocimos a quien se fue, dejó el cuerpo mortal pero con su alma voló a la gloria. Eran las nueve de la noche y en el patio de la casa, el silencio era abrumador. Sólo el llanto aliviana la tristeza y desahoga el espíritu, di tiempo al duelo breve y en soledad esperé y esperé.

De pronto, el canto de un ave me sacudió. Jamás había escuchado una canción tan hermosa provenir de un pájaro. En silencio, quise entregarme a la melodía, una hora de puro gozo dejando saber la misericordia de Dios. Aunado a que durante su paso por esta tierra, tuvo y quiso a sus canarios, el canto ocurría a una hora en la que nunca se oye la música de las aves. Él, a través de su mensajero, anunciaba que mi abuela lo acompañaba...

"El heraldo mostraba su gran amor y yo observaba lo maravilloso".

martes, 23 de marzo de 2010

Un salto mortal

Acostado sobre la camilla de masajes, el desgraciado luchador soportaba la "friega" que le propinaban para aliviar sus dolores de espalda. Después de tantas caídas, el hombre había deshecho sus músculos paulatinamente; su trabajo comenzó a hacer sus estragos.

Un día antes, se la pasó pensando en la única mujer que despertaba su lado tierno. Enmascarado, claro, para no denotar sus sentimientos, prefería ver a través de dos pequeños agujeros que hacerlo con un ángulo más amplio. Aquella débil pero voluntariosa joven le daba vueltas en la cabeza porque la perdió cuando nunca la tuvo. Quiso casarse con ella a las pocas semanas de platicar con ella; sólo espejismos conocía. En una ocasión llegó a su casa con un regalo muy bien envuelto. Había gastado su paga de la última función por comprarle algo digno a su amada. En el callejón fue rebasado por un auto del que descendió riéndose; era el auto del dueño de la arena... desigualdad de corazones.

Quiso ir a desfigurar el rostro de su rival de amores pero sólo se atrevió a volver agachado a su solitario hogar. Se arrepintió de haberse enamorado tan de prisa y con su regalo perfectamente envuelto se fue a dormir. Había sido un mal año en el pancrasio, sus compañeros ganaban más dinero que él por sus figuras atléticas, mientras que "Impostor Jr." hacía todo lo posible por ocultar su deficiente forma, las cervezas se notaban en su abdomen. La soledad y los excesos hundieron su mirada poco a poco; ni la máscara ocultaba su tristeza.

A sus 40 años parecía de 60, su cuerpo se desgastó de una forma extraordinaria. Los vuelos desde la tercera cuerda eran su especialidad, aunque las llaves no se quedaban atrás. Comenzó siendo el terror del cuadrilátero, sin embargo ahora era el terror de su casero, quien no encontraba forma de echarlo de su húmero y pestilente cuarto, del que no pagaba la renta desde su afición por las apuestas. Le entretenían mucho los programas de policías y ladrones, en el fondo anhelaba ser un héroe aclamado por las multitudes pero su heroísmo real (si es que eso era) se reducía a las funciones secundarias en las que era víctima de los miniluchadores, quienes en conjunto no se compadecían de su mastodóntica y ahora patética figura.

Era como los payasos de rodeo, un payaso de la lucha libre. Un fracasado en solitario que hubiera preferido desfallecer en la segunda caída antes de prolongar su existencia a una cuenta regresiva de 3 segundos espaldas planas. Cuando tronó la última articulación, sobre la camilla de masajes, recordó el instante de su victoria contra "Orgullo Tercero"; era quizás su único momento de gloria en toda una vida. Al rendirlo con la Urracarana no sólo ganó su cabellera, también se rindió al personaje que ahora odiaba.



sábado, 6 de marzo de 2010

Vientos

El viento leve conducía las palabras de un grupo de amigos sentados en una mesa cercana a la mía. En el patio de aquel museo, leía un libro que recién había comprado de barata, más por el precio que por el contenido. La desesperación de encontrarme solo, me llevó a caminar por la calle más transitada de la ciudad; en la que niños venden chicles y tocan el acordeón para ganar algo que les dé para comer, y en la que los adolescentes de mediana posición acuden a "reventarse". De pronto, encontré a aquel compañero que durante cuatro meses se volvió en confidente y colega. Apenas me comentaron que había dejado el Centro y no mi morbo pero sí ese "afecto", que con las semanas en un ambiente frío y aun hóstil se formó, me condujo a encararlo. Desesperación, ahora de él por irse, fue la palabra que enmarcó el momento... al menos le pedí su número.
En la semana, había presenciado momentos políticos en los que individuos muy parecidos a mí, intentaban persuadir a sus auditorios. Qué situación más embarazosa la de convencer a otros de cuestiones que no llevan a la práctica (las palabras se las lleva el viento) sin embargo, en su speech, hasta algunos conmovieron. Se asombra de lo mínimo ahora que sus pesadillas ya no lo molestan, ha ganado en confianza a pesar de los golpes mediáticos. Ahora camina por las avenidas con unas gafas oscuras porque afirma que lo hacen sentir más seguro. No obstante, no teme por su seguridad y mucho menos le avergüenza ser señalado por prejuiciosos que apenas lo conocen. Aunque finge con sus llamadas falsas por celular, así evadé a aquellos que pasan cerca de él y se preguntan: -acaso será...
Sentado a lado de una amplia ventana, respiraba profundamente de ese viento no tan leve que le daba fuerzas para realizar su examen de ingreso a la universidad. Su día lo había molido y ahora(con dos lápices del número dos y medio y su goma) apenas resistía estar sentado. Disimuladamente se descalzó y se propuso contestar todos los reactivos, al cabo de tres horas salió como sonámbulo y se dirigió a la tienda más cercana por algo de tomar. Se trasladó con prisa a su hogar pero al llegar a la entrada de su colonia, se percató de un terrible accidente. Las sirenas de la ambulancia le disiparon el cansancio y hasta la madrugada pudo conciliar el sueño. Quizás la turbulencia de sus días, lo llevó a sentarse en el parque a respirar un poco del viento de la noche.

domingo, 28 de febrero de 2010

Del recuerdo de los halagos

Después del certamen, sentado incómodamente al lado de dos funcionarios, nos dirigíamos a un restaurante de mariscos. Había sido un mal día debido a mi segundo lugar en la disciplina, la expectativa que había generado mi participación era ya una decepción para quienes en mi ambiente local me conocían. Ya a la hora de comer, me senté con una joven y guapa (que no son sinónimos) líder sindical, a la que halagué de manera ingenua, despertando la ira de su acompañante, quien no me encaró sino pidió que me cambiaran de lugar. El poder posibilita...

Lejos de mis anteriores acompañantes, interrogué al lacayo del "poderoso" quien respondió a mis preguntas con vaguedades en las que describió a aquel como "enfermo". Poco tiempo pasó para que el comensal furioso de aquella tarde, me increpara con el propósito de pedirme un favor, el de guiar a su chica a un lugar en el que se desarrollaban competencias. Todo lo que he venido contando les parecerá muy impreciso, una "patoaventura" tal vez, pero lo cierto es que sus repercusiones suceden hoy en día en mi vida. Del acto de intimidación que tuvo por escena el estacionamiento de una unidad deportiva en total silencio porque estaba vacío y a donde no llegó la líder, me traslado al día de hoy.

Un chisme de política local me insinúa con un personaje. Al parecer los tiempos electorales llegan hasta para quienes no tenemos ni fama ni renombre en lo que popularmente se denomina como "grilla". Mi relato concluye en este punto, por qué en nuestro país (hablo de lo que conozco) tendemos a relacionar el éxito de una persona con la ayuda de alguien más; por qué desacreditamos a las personas asociándolas a otras cuando señalamos "se debe a él o a ella". Me da mucho coraje que en nuestras continúas decepciones como pueblo, nos refugiemos en el "amarillismo colectivo"... del recuerdo de un viaje y un concurso, mi realidad es la de un chisme y un discurso.

Mejor políticos que líderes gremiales... me consta!

jueves, 25 de febrero de 2010

Espasmos de hielo

El piso de hielo blanco, escenario majestuoso en el que corren, saltan, vuelan. Largo y ancho magnos dan dimensión al óvalo que es un lienzo a la espera de pinceladas. De pronto, un hombre alto, delgado, rubio, hace su aparición en el escenario. En la mirada decidida de Plushenko se oculta algo de soberbia pero también mucho de seguridad, sus ojos reflejan el tesón que se gana con el esfuerzo de todos los días. Desde niño ha patinado y ahora se enfrenta a su destino, ganar por segunda vez la medalla de oro olímpica y pasar a la historia como el mejor patinador de figura de todos los tiempos o perder y pasar a un plano secundario. Arte sobre patines, comenta el conductor del programa que, para fortuna de este escritor, es del Canal 22; será que el patinaje artístico es más arte que deporte o patinaje.
En la transmisión, la presentación del ruso Evgeni es la última porque fue el mejor calificado en las pruebas previas, tal que lo mejor se guarda para el final. Los muchos números de las calificaciones enrarecen la presentación excelsa, eminente, magnánima del hombre de las cuchillas mágicas. Dos saltos de cuatro vueltas cada una pasan a la historia, su autor no; un estadounidense más joven ocupa el sitio de más honor. En el banquillo, la sorpresa hace presa de los entrenadores y del patinador... espasmos de hielo.
Evgeni Plushenko es el mejor en su oficio, sin embargo, no recibe lo que merece; situación de injusticia más evidente no había visto antes. Las cuchillas de sus patines crearon lo inmaterial, suscitaron emociones y sentimientos en las personas que vimos su demostración en Vancouver, en Oaxaca y en China. Aunque en los números vacíos lo superó alguien más, en las almas de los espectadores, el artista vikingo superó nuestras expectativas y se ha quedado con el oro.
Sonaré choteado si expreso: "quisiera ser patinador" pero puedo sonar auténtico si declaro"¡quiero ser como Plushenko!"

viernes, 29 de enero de 2010

Me hice una promesa hace unos días...

Estaba buscando personas en la red cuando de pronto me encontré a una persona que conocí cuando iba en la primaria. Ella era mi vecina en el fraccionamiento en el que vivía,un lugar recién inaugurado y que gozaba de cierto caché. Varias escenas en mi memoria salieron a flote, cuando creí que estaban en las profundidades de mi olvido. Éramos niños despreocupados de las cosas de los adultos, aunque estas nos afectaran inmediatamente; tratabamos de ignorar ese mundo para vivir en el nuestro, uno mucho más en calma, uno mucho más feliz.

En la búsqueda del amor, me encontraba frente a algunas posibilidades nada despreciables; sin embargo, el afán de buscar la mejor opción ha ido desgastado el entusiasmo con que encaré, primero, un nuevo año. Me hice una promesa hace unos días para desaserme de estos recuerdos interminables, poco a poco han ido cediendo... o eso creo.

Al menos mi oficio: orador, me ha hecho más ligeras las semanas. Enseñar en una secundaria no es tarea fácil. Los adolescentes son más que adolescentes, en realidad, es una edad tan compleja que sólo vista en retrospectiva se puede entender, es algo así como conjugar la experiencia personal con las actitudes y vivencias que ahora observo. Le quiero robar algo de vitalidad a mis alumnos cuando apenas tengo veinte años, es como una contradicción que para mí tiene sentido. Hay algo que me puede y se lo comentaba a un buen amigo intelectual, hay un deseo dentro de mí de superación que paulatinamente crece, así como cuando egresé del bachillerato; tiene que ver con mi superación académica. Pocos lo saben pero aquel deseo de reivindicación interior sigue latente y hoy quiero llevarlo a los hechos.

La ética de mi juventud es compleja. Hace unos días me reuní a conversar con unos ex compañeros de la secundaria, bebimos y convivimos juntos, algunos con hijos y otros con problemas (porque no son lo mismo) decidimos despejar nuestras tensiones actuales con el recuerdo de aquellas bromas terribles que hacían llorar a algunos y reír insaciablemente a otros. Apenas me invitaron a continuar la velada en un lugar "de mala nota" decidí irme a mi casa. Hacer el bien o comportarme bien tuvo que ver con mi decisión pero el remordimiento de dejar a aquellos -ni amigos ni enemigos del pasado- tan sólo recuerdos tangibles, me llevó a una discusión interna de lo inmaterial. Parece que al día siguiente me hice la promesa... de qué? no recuerdo!

lunes, 11 de enero de 2010

La puerta entreabierta

La pretensión de dejar atrás el pasado, lo llevó a refugiarse en sus sueños. Dormía o al menos trataba, con el fin de no llorar y no sentirse mal. Lamentablemente para él, Morfeo lo perturbaba con pesadillas, de tal suerte, que tomaba sus precauciones para alejarlas. La puerta se quedaba entreabierta todas las noches, temía que los monstruos de sus sueños traspasaran la barrera dimensional y se aparecieran en su cuarto; -al menos intentaré escapar, comentaba.

La luz del día se apagaba, aunque así había estado desde el amanecer, nublado, grisáseo, opaco. Entre las espinas, caminaba con esfuerzo pero no solo. Mostraba a su compañero una vereda más larga pero más discreta, de algún modo quería privacidad para conversar, no era cosa fácil eso de hacer peticiones enmedio de la gente. Al cerrar los ojos, él tuvo la sensación de comunicarse en las alturas, dejó su egoísmo para compartir sus deseos, no obstante, cuando abrió los ojos, el panorama lo entristeció y recordó los traumas que lo mortificaban.

Las mariposas en el techo de aquel lugar disipaban las imágenes que le causaban un hueco en el estómago. Su diseño pobre no les quitaba la cualidad de ser llamativas. Sobre el agua parecía que volaban, y él trataba de alcanzarlas aunque fuese desde la superficie. Eran los sesenta minutos más indiferentes de su día, indiferentes a los traumas de antes que son sus problemas ahora pero que serán sus logros después. Cada noche, con todo y sus miedos, cedía ante una luz, que si bien parecía marchita, no impedía que él tratara de alcanzar a las mariposas estáticas...
La esperanza es lo que había pedido aquella tarde grisásea.