martes, 10 de agosto de 2010

El exilio en primavera y el regreso pa' después

El 10 de mayo, en pleno día de las madres, le dije adiós a la mía. Varios sucesos me llevaron a tomar nuevamente la decisión de volver a la Ciudad de México. Particularmente dos, los fallecimientos de mis abuelos, materna y paterno, en un lapso de dos semanas. El 15 de julio de 2009, me dieron de baja debido a mis malas calificaciones del Centro de Investigación y Docencia Económicas , una excelente institución de educación superior. A partir de entonces, busqué en Oaxaca las opciones para continuar ocupado, estudiar algo o trabajar de algo pero no estar sin hacer nada. Experimenté las dificultades de conseguir empleo y me impacienté por retomar mis estudios a la brevedad.

A finales del año pasado, conseguí trabajo en el Colegio de Bachilleres, apoyaba en la redacción de un documento importante para la institución y después fui finalmente asignado a dos planteles para impartir la paraescolar de oratoria; disciplina en la que me consideraban no tan malo para no pagarme ni tan bueno para pagarme lo justo. La experiencia se truncó de repente por la intervención del sindicato que pidió mi despido a cambio de no tomar los planteles donde laboraba. Mis días transcurrían tranquilamente, a pesar de las adversidades que nunca faltan, y pensé que mi futuro estaba en la provincia que me vio crecer. En un lugar fuera de tiempo para mí, buscando en que ocuparme para matar las horas vacías entre mi casa en el suburbio y las actividades en el centro.

El molde de mi carácter me formó del éxito al fracaso y de la risa al llanto. Sólo Dios sabe lo que pensaba en la desesperación de aquel lunes cuando con una mochila me lancé a la aventura otra vez. Casi a media noche di la espalda a mi hogar para hacer futuro. Dos semanas después conseguí el empleo que necesitaba y tanto quería, tres meses después estoy en vísperas de ingresar a la carrera que me define en una buena universidad. En cuatro años te cuento como me pinta la vida, por ahora te comparto este breve recuento porque yo sólo entiendo mi vida sobre la base de un plan superior a mi finitud. Concibo las "benditas coincidencias" como un regalo inmerecido pero incondicional que en amor eterno se envolvió...

P.D. He recibido sabios consejos de quien menos lo esperaba, este me agrada: "diviértase en lo que haga, de veras, siempre diviértase, de lo contrario se amarga".

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