viernes, 27 de agosto de 2010

¿Navegar o divagar?

Comer tacos cada semana y en ocasiones hasta dos veces en la "calle del hambre", rutina que sacia las tripas de los ambulantes y sirve de distracción al diario menú de comida corrida. Sobrevivir en la convivencia cotidiana que genera afecto y no da lugar a rencillas aunque los absurdos de la vida son proclives a ello. Así transcurrió de la primavera al verano, el tiempo de los mosqueteros en decadencia física pero crecimiento intelectual, así sus días intentaron ganarle a sus noches la batalla de las pesadillas de cansancio y estrés enmedio del viento y la lluvia.

Uno le decía al otro que "la vida es muy difícil" tanto como sacar un diez en matemáticas avanzadas, mientras el otro alegaba que la solución a los problemas estaba en "echarle ganas", así nomás. Simpleza de discurso que se compensaba con la mirada sincera y el gesto amable únicos de la amistad verdadera. En ese sentido se toleraban, si bien uno no esperaba las recomendaciones del otro, y éste a su vez no concedía a los regaños del uno, últimas tres letras de su pila de nombre.

La universidad y la oficina, espacios que demandan del ser más que ganas para emprender la batalla diaria. Inteligencia y astucia para salir adelante "aprendiendo a ser gavilán enmedio de las gallinas". Zarpar al elevar las anclas de la pereza y el conformismo cuando se sabe que nuestro entorno se desmorona como una concha al ser partida. Se extienden las velas rumbo al destino nuestro que es mejorar la situación a pesar del oleaje de adversidades más violento que nunca.

El timón de mando está en manos de un experto por sus muchos naufragios aunque novato en el uso de la brújula y el astrolabio. No importa, porque el capitán uno cuenta con un diligente marinero, imbatible cuando de cálculos estratégicos se trata. Su profesionalismo lo ha llevado a no escatimar recursos para conseguir lo que se propone aunque su apariencia tímida parezca esconder sus atributos de almirante.

Puede que compartir el transporte, no solamente el marítimo, sino el metro, los taxis, peseros, bicicletas, piernas, entre otros, los haya unido paulatinamente. Se han salvado de morir atropellados o arrojados a las vías del subterráneo si bien a poco estuvieron de ser asfixiados en un vagón, y, sin embargo, recuerdan graciosamente el día en que a uno (perdón, al otro) le fallaron los frenos de la bicicleta y gracias a un milagro salvó la vida de un despeñadero exactamente proporcional en peligro al medio de transporte que conducía.

Han enfrentado juntos el miedo que ya no tienen y han batallado con los dilemas de la realidad separados, pero no se entienden en razón de un conflicto de intereses ya que firmaron un contrato de "piratas hasta la muerte", y no me refiero a que no sean auténticos; al contrario, la confianza los llevó a estrechar sus manos sucias por no decir "infectadas de bacterias". En aquel puerto de sueños por conquistar y anhelos compartidos, miraron el barco de sus vidas alejarse poco a poco de sus costas para navegar por las aguas turbias pero no imposibles de su juventud.

P.D. Por cierto, los chistes del marinero diligente eran bastante malos y aún así alegraban el corazón de quien se creía el capitán.

lunes, 23 de agosto de 2010

"Hice lo que tenía que hacer... Dios dirá"

Ya en la oscuridad, sin los aplausos, en su vehículo, Armando Pérez Rocha dejó de sonreír. Segundos antes, el oráculo al que habían esperado, se manifestó. La anhelada encuesta indicaba que el candidato del Partido Vitalicio del Pueblo estaba ocho puntos abajo del abanderado Anastacio Bueno del Campo.

Llegaban hasta ahí los estallidos de los fuegos artificiales y el grito: "Ya cayó, Perpetúo ya cayó!". Uno de los más cercanos a Armando Pérez decía con la voz quebrada: "Tranquilos, tranquilos, esto no se acaba hasta que se acaba", pero quienes le escuchaban mantenían los gestos sombríos.

Las ocho y media de la noche. El aspirante del vitalicio terminaba el muy breve mensaje ante los medios de comunicación. Dijo que sus indicadores en todas las regiones le daban la ventaja, pero agregó que esperaría a tener todas las actas para confirmar su victoria. Casi siete horas antes, en el Zócalo de Huayac, Armando Pérez dijo al cronista de EL MEDIO: "Mira, yo hice todo lo que tenía que hacer. Y lo hice bien, de buena fe. Ya de lo que pase... Dios dirá".

Paseaba con su esposa Ramira y sus dos hijos. Había quienes se acercaban a saludarlo. Alguien le dijo: "Señor gobernador", simplemente contestó: "Gracias, por tu confianza". Se le veía tranquilo. Platicaba que la noche anterior fue al cine, vio Juguetes Animados 3. Y que después de votar en pueblo Piña su mamá lo chiqueó, le dio para desayunar consomé de rancho y entomatadas.

"Bueno, pues ahora a esperar", se despidió cerca del convento de los dominicos, después de la caminata de una hora. En esos momentos, en la sede estatal vitalicia de la entidad, convertida en búnker, llegaban a las 25 computadoras los primeros datos. ¡Vamos cuatro puntos arriba!, confió Héctor Trecio, presidente de su partido en el estado.

Pasó el tiempo. En la casa de campaña y en el hogar del candidato se conoció el resultado de la primera de las encuestas de salida de un canal de la televisión que daba a Anastacio Bueno como triunfador. Llegó entonces la incertidumbre acompañada por la preocupación. Desde ese momento, la fe se manifestó en una frase: "Esperemos a que salga Ray Predios con la encuesta de Consulta".

Pero era inocultable que la sombra de la derrota se apoderaba del cuartel general del Vitalicio. Casi todos estaban atentos a las pantallas de las computadoras y los celulares. Fue en esos momentos cuando se decidió que Armando Pérez saliera a dar su mensaje, a decir que tenía ventaja. Así lo hizo. Antes de retirarse con sus acompañantes, Armando Pérez posó para las fotografías con los brazos en alto. Pero cuando salió a la calle oscura, alguien le dijo que el oráculo se había manifestado. Y las noticias eran malas...

Crónica modificada.

martes, 10 de agosto de 2010

El exilio en primavera y el regreso pa' después

El 10 de mayo, en pleno día de las madres, le dije adiós a la mía. Varios sucesos me llevaron a tomar nuevamente la decisión de volver a la Ciudad de México. Particularmente dos, los fallecimientos de mis abuelos, materna y paterno, en un lapso de dos semanas. El 15 de julio de 2009, me dieron de baja debido a mis malas calificaciones del Centro de Investigación y Docencia Económicas , una excelente institución de educación superior. A partir de entonces, busqué en Oaxaca las opciones para continuar ocupado, estudiar algo o trabajar de algo pero no estar sin hacer nada. Experimenté las dificultades de conseguir empleo y me impacienté por retomar mis estudios a la brevedad.

A finales del año pasado, conseguí trabajo en el Colegio de Bachilleres, apoyaba en la redacción de un documento importante para la institución y después fui finalmente asignado a dos planteles para impartir la paraescolar de oratoria; disciplina en la que me consideraban no tan malo para no pagarme ni tan bueno para pagarme lo justo. La experiencia se truncó de repente por la intervención del sindicato que pidió mi despido a cambio de no tomar los planteles donde laboraba. Mis días transcurrían tranquilamente, a pesar de las adversidades que nunca faltan, y pensé que mi futuro estaba en la provincia que me vio crecer. En un lugar fuera de tiempo para mí, buscando en que ocuparme para matar las horas vacías entre mi casa en el suburbio y las actividades en el centro.

El molde de mi carácter me formó del éxito al fracaso y de la risa al llanto. Sólo Dios sabe lo que pensaba en la desesperación de aquel lunes cuando con una mochila me lancé a la aventura otra vez. Casi a media noche di la espalda a mi hogar para hacer futuro. Dos semanas después conseguí el empleo que necesitaba y tanto quería, tres meses después estoy en vísperas de ingresar a la carrera que me define en una buena universidad. En cuatro años te cuento como me pinta la vida, por ahora te comparto este breve recuento porque yo sólo entiendo mi vida sobre la base de un plan superior a mi finitud. Concibo las "benditas coincidencias" como un regalo inmerecido pero incondicional que en amor eterno se envolvió...

P.D. He recibido sabios consejos de quien menos lo esperaba, este me agrada: "diviértase en lo que haga, de veras, siempre diviértase, de lo contrario se amarga".