jueves, 23 de julio de 2015

La redención del sexenio

Cualquiera puede hacer un recuento de la nota principal de la agenda mediática respecto a Oaxaca durante los últimos años y confirmará que los maestros son los protagonistas. Después, puede encontrarse con diferentes columnas atacando al gobernador del estado, tildándolo de muchas maneras, pero siempre en la misma línea: incapaz de aplicar el Estado de derecho y cómplice de la CNTE. Esta narrativa dio un giro de 180 grados ayer, cuando en un anuncio inesperado Gabino Cué junto a Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública, y Eduardo Sánchez, vocero de la Presidencia de la República, con la presencia testimonial de Rosario Robles, confirmaron la desaparición del IEEPO, el bastión que desde 1992 controlaba la Sección 22 y desde donde operaba de facto la política educativa en la entidad.

Con este anuncio no solo se reestructurará administrativamente la institución que más recursos del presupuesto absorbe en Oaxaca, sino que cambiará la correlación de fuerzas en el estado. El respaldo del presidente de la república —quien solo lo ha visitado una vez con ese carácter y aun así estuvo encerrado en el astillero de la Marina en Salina Cruz— ahora será más decidido y notorio. Peña Nieto y el Gobierno de la República no solo respaldarán la transformación del sistema educativo oaxaqueño para que la Reforma Educativa se ejecute, sino que el tema que representaba una fricción con el gobierno estatal: su presunto apoyo incondicional a la CNTE, ya no estará sobre la mesa, y con ello mejorarán los canales institucionales de diálogo y establecimiento de prioridades de cara al final del sexenio de Gabino Cué.

En otras palabras, desaparecer el IEEPO es una estrategia en varios frentes porque no solo se atiende la principal problemática de Oaxaca, sino que también se fortalece el Estado de derecho con base en el pacto federal. La gobernabilidad, el principal reto de la administración estatal, enfrentará las resistencias previsibles de movilización del magisterio, pero a medida que pasen los días éstas perderán legitimidad y si de por sí está desgastada la “lucha democrática” de la veintidós, ahora ya no tendrá futuro. Responder con la contundencia de ayer era necesario no solo por el chantaje llevado al extremo de Rubén Núñez y compañía, sino por la arrogancia que le precedía y que lo obnubiló al declarar a la prensa luego de la demanda de Mexicanos Primero, que a él no le pagaban por dar clases sino por hacer política.

Una vez que los maestros dejen los cargos directivos que ostentan, es de esperarse que se cumpla con una de las condiciones de la evaluación educativa: quien falte injustificadamente será despedido. En este sentido, ya no habrá asambleas, marchas o plantones que paren clases continuamente, sino que se controlará la actividad docente. Desde que Bonnin escribió hace dos siglos su clásico libro Principios de administración pública en Francia, el control se concibió como un rasgo y propósito esencial del gobierno; de ahí que viera en la administración pública un contrapeso a la tiranía debido a que solo existe donde cuaja la nación y se decreta la igualdad jurídica de todos los hombres, pues, señalaba, “lo público es propio nada más del universo social cuya naturaleza es la existencia dual del ser humano como individuo y como miembro de la comunidad”. Ante la tiranía ya no del rey, sino de un grupo de interés que impone a toda costa una voluntad caprichosa, el Estado debía actuar con firmeza. Y eso fue lo que vimos ayer.


Hay quien dice que el momento que define a los hombres de Estado es cuando se toman las decisiones impopulares. Cuando la alternativa correcta no es la mejor opción para el público, que tradicionalmente aplaude o abuchea respondiendo al ánimo y no a la razón. Sin embargo, irónicamente, esta vez, la decisión tomada será aceptable para una mayoría mucho mayor que los involucrados, porque la sociedad ya estaba harta de que no se hiciera nada contra los intereses creados de la CNTE. El golpe de timón elevará los bonos del gobierno estatal de cara al cierre del sexenio y pondrá en la balanza, más que nunca, las propuestas de quienes aspiren a la primera magistratura del estado. Por otra parte, redimir es un verbo interesante, sobre todo en la acepción que indica que es volver a comprar una cosa que se había vendido o empeñado. Gabino Cué redimió la educación de las niñas y niños oaxaqueños y con ello se redimió a sí mismo. Hizo lo que tres gobernadores emanados del PRI no quisieron hacer y además lo hizo en el momento indicado. Ahora ya no solo es el primer gobernante de transición de Oaxaca. Históricamente, ya se ganó otro papel: el de reformador. 

Díaz, donde los contrarios se confunden

Se cumplió un siglo del deceso de Porfirio Díaz Mori, el personaje más discutido de nuestra historia nacional. Don Porfirio representa la ambivalencia de un hombre de su tiempo que no va con la historia de bronce en la que los héroes aparecen casi perfectos, con un halo de bondad que los sacraliza e impide que se les halle defectos. Desde niño me enseñaron que se había convertido en un cruel dictador después de haber defendido valientemente a la patria de la intervención francesa. Nadie le discute su genio militar, sino la incongruencia de haberse opuesto a la reelección del presidente Juárez con el Plan de la Noria, primero, y después a la de Sebastián Lerdo de Tejada con el Plan de Tuxtepec, para luego perpetuarse en el poder.

El pasado jueves me invitaron a participar en un evento para honrar su memoria en el University Club ubicado sobre Paseo de la Reforma y del que fue miembro el general. Me pidieron compartir una ponencia sobre un aspecto de su vida y a sabiendas de que me encontraría rodeado de gente adicta a la historia, preferí un enfoque distinto para el análisis. Así, hablé de Díaz, el estadista, con todo lo que implica que a un dictador se le considere de ese modo y en medio de la polémica de los últimos días acerca de que se le está eximiendo de lo malo en razón del centenario de su muerte.

Lo que no puede negarse es que fue hasta la época de don Porfirio cuando en México se conformó un verdadero Estado-nación. Consolidarlo requirió centralizar el mando para acabar con cacicazgos regionales que imponían sus propios arreglos. El costo ya lo sabemos: una dictadura de tres décadas en la que cundieron abusos contra obreros y campesinos, además de restricciones a libertades civiles como la de prensa. En otras palabras, vivir en el Porfiriato era estar consciente de que no se podía actuar en contra de lo establecido porque mantener la paz pública era más importante. El orden conllevaría progreso y para alcanzarlo había que sacrificarse, aunque esto representara retratos tan crueles como los que narra John Kenneth Turner cuando se refiere a las condiciones de esclavitud en Valle Nacional.

No creo que fuera el país que deseara Díaz, pero tampoco lo justifico. Lo que me interesa de él es su capacidad para gobernar con visión de Estado, lo que implicó identificar prioridades y planear estrategias para llevar a cabo objetivos en el largo plazo, los ferrocarriles son un claro ejemplo. Difícilmente hoy los gobernantes aspiran a ser hombres y mujeres de Estado. La mayoría actúa en función del horizonte de tiempo por el que han sido electos. Pocos piensan en proyectos que trasciendan su mandato y sienten las bases del desarrollo del país más allá del cálculo político de ganar las próximas elecciones. El valor de la democracia no era un punto que interesara al general, pero probablemente tenía razón en su cautela. Tenía la experiencia de la confrontación social que dejaba a su paso la transición de régimen. Díaz aprendió de la política en clave de prudencia desde joven, cuando fue jefe de Tehuantepec.

Leyendo parte del archivo epistolar de su primer periodo al frente del país, me encontré con la respuesta que le envió a Núñez Ortega, quien le había comunicado que había sido invitado a comer con los reyes de Bélgica en Bruselas. Fechada el 20 de marzo de 1880, Díaz reconoce los servicios de su representante en Europa y señala que “las frecuentes relaciones sociales con los ministros diplomáticos, son también en un concepto, un medio de aplazar y evitar dificultades, porque ellas muchas veces suavizan y modifican favorablemente sus pretensiones”. Más adelante le reconoce: “Ha hecho usted muy bien en presentarse en las recepciones que ha habido, con su carácter de representante de México, siendo, como es, una necesidad, que nuestro país no se olvide ni se rebaje a la línea de las demás repúblicas hispanoamericanas”. Después se complace de que el Príncipe de Rumania quiera establecer relaciones con México, así como de la próxima llegada de los representantes de Holanda y Suecia al país. Díaz ponderaba la diplomacia por ser un arte que permite ganar sin gastar balas. Y él sabía lo duro que es usar las armas.  


Hace unos años escuché a Vargas Llosa, después de ganar el Nobel de Literatura, hablar de la historia de su vida llena de contradicciones como la de tantos intelectuales. Una frase me interesó: “El hombre es ahí donde los contrarios se confunden”. Es decir, no hay ángeles ni demonios en los personajes históricos, sino personas de carne y hueso con virtudes y defectos, que tienen aciertos y errores. No nos toca estudiar cómo se confundieron las fuerzas contrarias en la voluntad del “Soldado de la Patria”. Nos toca en todo caso reconocer su esfuerzo de concretar un Estado donde no lo había. No celebramos el costo social que eso implicó, pero tampoco podemos atribuírselo solo a Díaz. Al contrario, deberíamos pensar cuánto peor hubiera sido no tenerlo ahí, modernizando a México.  

domingo, 5 de julio de 2015

La sucesión adelantada

Para nadie es un secreto que la sucesión de los gobiernos federal y estatales en México no inicia con los tiempos marcados por la ley electoral. La sucesión empieza un día después de la elección anterior. Por ello no debería llamar a asombro los destapes a nivel nacional y en Oaxaca, donde después de la elección intermedia del siete de junio la correlación de fuerzas cambió. El PRI ganó en siete de los 11 distritos federales en disputa. Con todo y las protestas que devinieron delitos del magisterio alineado en la CNTE, las elecciones en Oaxaca se llevaron a cabo. La nota es elocuente tomando en cuenta el entorno de crispación social previo al primer domingo de este mes. La presión ejercida por la coordinadora recordó a muchos los tiempos aciagos de 2006 cuando se tambaleó la autoridad constitucional de Ulises Ruiz.

La nueva composición del Congreso pone de relieve dos cosas: por un lado, que el partido en el gobierno de la república junto al mercadotécnico Partido Verde y Nueva Alianza, lograron una mayoría simple que les permitirá un buen margen de maniobra a la hora de obedecer los dictados de Los Pinos; por otro lado, la fragmentación de la oposición, dividida y derrotada, con una falta de rumbo que contrasta con la decepción generalizada de la ciudadanía hacia la clase política. El abstencionismo en Oaxaca prueba esta hipótesis, mientras que a nivel nacional fue de 53%, en el estado alcanzó más del 58%; de un total de 2 millones 30 274 votantes solo votaron 849 046.

El PRI perdió la capital del estado, la joya de la corona de estas elecciones, por un estrecho margen. Francisco Martínez Neri, quien fue un buen rector de la UABJO se impuso a Beatriz Rodríguez, secretaria de Turismo en el sexenio de Ulises Ruiz. Es la segunda vez que pierde una elección, después de haber buscado la presidencia municipal sin éxito en 2010. La efervescencia por este distrito es un botón de muestra de la elección en Oaxaca: un alud de acusaciones por compra de votos; violencia infundada de una minoría radical que amedrentó a la ciudadanía; pero sobre todo un vacío en el debate de las ideas sobre el papel que debe cumplir el representante popular oaxaqueño en la nueva legislatura. Son pocos los candidatos que aspiran al cargo por la trascendencia de legislar antes que por el reconocimiento público de ir a San Lázaro de paseo.

A nivel nacional, las elecciones dieron pie a dos destapes que incomodaron la gira que el presidente realizó por Italia en días pasados. Margarita Zavala cambió su aspiración de dirigir al PAN por la de ser candidata presidencial en 2018 con todo el apoyo de su esposo, el ex presidente Calderón, extraviado en sus ambiciones de retornar al protagonismo político como si nadie recordara el estrabismo de su gobierno respecto al problema del incremento de la violencia relacionada con el crimen organizado y el narcotráfico. Por otra parte, Miguel Ángel Mancera declaró que si la gente se lo pide, una salida cómoda, aceptará ir por la grande y mantuvo firme su posición de competir como un ciudadano más, aunque en la Ciudad de México esté más ocupado en la grilla que en la buena administración. Estos destapes ponen de manifiesto el cambio de la cultura política mexicana que precisamente ya no estima “tapar” al bueno como augurio de éxito, sino que demanda publicitar muy anticipadamente aspiraciones débiles como apuesta de sobrevivencia política.

En Oaxaca la sucesión también arrancó. En el PRI la elegibilidad de un candidato pasa necesariamente por la disputa del control interno que desde hace tiempo mantienen los últimos ex gobernadores. La conciliación parece difícil pero los resultados electorales siempre han sido un fiel de la balanza aceptado. Las lealtades en la nueva bancada priista oaxaqueña pesarán mucho en la definición de un candidato, pero no tanto como la simpatía del primer círculo del presidente de la república, quien tiene a dos “tapados” dentro de su gabinete ampliado, quienes dejan verse complacidos cada fin de semana en la entidad.


Lo que se mira muy difícil en los demás partidos es la capacidad para articular una coalición efectiva que compita nuevamente con miras en un proyecto superior a las ideologías fragmentadas. En la era de la posmodernidad las ideologías son bonitos símbolos para colgarse en la solapa. Los oaxaqueños esperan de los partidos políticos soluciones a sus problemas antes que elucubraciones sobre el sentido de organizarse y defender posiciones a ultranza. Después de esta elección el PRD disminuyó su atracción de votantes mientras que MORENA creció de forma importante. El PAN prácticamente desapareció del estado. La pregunta es, ¿cómo movilizar a la sociedad en una alianza disímbola sin el gran liderazgo carismático de Gabino Cué en 2010? No hay en este momento un candidato viable para tal alianza, pero eso no impide que varios alcen la mano. A fin de cuentas, el juego del destapado ya comenzó.

Antidemocracia magisterial

Si nada cambia dentro de las próximas horas, el domingo siete de junio no habrá elecciones en el estado de Oaxaca. La sección 22 de la CNTE tomó las 11 juntas distritales del Instituto Nacional Electoral, que desalojaron elementos del Ejército mexicano resguardando la papelería electoral. Además, cerró el Aeropuerto Internacional “Benito Juárez” y continuó el bloqueo a la planta de Pemex en El Tule, agotando el combustible de las estaciones de servicio de los Valles Centrales. Ya ni hablar del paro que deja sin clases a más de un millón 300 mil estudiantes, niños y jóvenes condenados a la educación pública de menor calidad del país.

La sección 22 no actúa como organización sindical sino como grupo de presión, y en democracia aun este tipo de grupos debe sujetarse a los arreglos institucionales para negociar. Ahí se encuentra el límite. Sin embargo, los maestros de Oaxaca ya lo rebasaron. Sus principales demandas están fuera del marco de la ley, pero también de lo aceptable para la sociedad civil. Cancelar la reforma educativa se mantiene como la principal demanda, de la que deriva la segunda: impedir la privatización de la educación pública, que paradójicamente solo ellos han logrado privatizar. Y por supuesto, impedir las elecciones porque todos los partidos políticos representan lo mismo.

De las demandas hay una que llama la atención por su fatal incongruencia. Exigen la liberación de cuatro secuestradores miembros de su gremial: Mario Olivera Osorio, Lauro Atilano Grijalva, Damián Gallardo Martínez y Sara Altamirano Ramos. Junto con otras ocho personas, estos pseudo-profesores plagiaron el 14 de enero de 2013 a dos menores de edad sobrinos del presidente del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani, en el Ejido Guadalupe Victoria, al norte de la ciudad de Oaxaca. Los niños estuvieron secuestrados 140 días en una cisterna de una casa ubicada en el municipio de Cuilapam de Guerrero.

Es evidente que la sección 22 de la CNTE fija sus objetivos transgrediendo el Estado de Derecho. La máxima de las sociedades democráticas que se sujetan a él es que nadie puede estar por encima del imperio de la ley aun cuando ejerza puestos de autoridad. Las exigencias de los maestros de Oaxaca no solo están fuera del marco normativo sino que lo desafían y con ello confrontan, ya no al gobierno federal o al estatal, sino a la sociedad oaxaqueña. Asumirse como los portadores de un nuevo orden e iniciar una revolución chabacana al pretender impedir las elecciones del próximo domingo es el más grave error de cálculo en el que pudo incurrir la dirigencia que encabeza Rubén Núñez, un señor que basta escuchar un par de minutos para entender que si pasó por alguna escuela no fue para abrir un libro.

Es preciso señalar que no estamos frente a una organización monolítica. La sección 22 es un hervidero de grupos en busca de poder interno para repartir beneficios. No obstante, aun cuando haya pluralidad de opiniones y un buen número de maestros no esté de acuerdo con los métodos de lucha magisterial, finalmente se impone la voluntad de una minoría que, establecida en el control de todos los afiliados, los obliga a participar activamente para conseguir cualquier tipo de ascenso. La minuta del 92 en la que el entonces gobernador Heladio Ramírez le cedió amplias facultades del Estado sobre la educación, solo fue la formalización de una cultura del chantaje que puede valerse de cualquier bandera para exigir más prebendas.

Hay una contradicción de fondo en el movimiento magisterial que se declara democrático. Se ha vuelto la organización más antidemocrática que exista en el México de hoy. En sus asambleas generales hay una sombra de abstencionismo que evidencia su falta de legitimidad y el voto por parar clases e iniciar plantones está suficientemente dividido como para pensar que es un símil empobrecido de nuestras elecciones. Y sin embargo, aseguran que las cancelarán porque son una farsa. ¿Una farsa equivalente a la de que su movimiento es democrático? ¿Tan farsa como que son buenos maestros interesados en el bien común?


Un amigo que trabaja en el IEEPCO-OPLE me relató cómo fue el desalojo que sufrieron el pasado lunes primero de junio, cuando un grupo de encapuchados vinculado a la veintidós saqueó las instalaciones llevándose computadoras, impresoras, módems, y prendiéndole fuego a las instalaciones. “Llegaron los encapuchados muy agresivos. Destruyeron todo. Cabe mencionar que no tenemos nada que ver con el proceso federal pero literalmente nos dejaron en la calle”. Esa es la racionalidad de la protesta social que alaban y que nada tiene que ver con un fin democrático incluso si pasáramos por alto los medios. El cambio institucional, arreglos distintos entre actores políticos, es un continuo incremental en sociedades con alto valor social. Esto se logra principalmente con buena educación, pero en Oaxaca a la sección 22 le ocupa más el incendio de las instituciones.