jueves, 1 de abril de 2010

Él, canario que cantó

Para Conchita Cortés
In memóriam


Enfrentarse a un suceso ineludible en la vida tiene poco de cotidiano. Apresurado, tomé el primer camión para cruzar la ciudad y llegar a mi casa. El tiempo se agotaba rápidamente y se me hizo tarde. Los últimos días esperábamos lo inevitable, el paso obligado entre este mundo y el prometido por Dios. Esa noche supe lo que significa "tarde", la impotencia de no retroceder unos cuantos minutos el reloj, no del día sino de la vida; para Dios los tiempos son únicos e irrepetibles.

El desconsuelo se vuelve felicidad a partir del momento en que entendemos nuestra finitud y nuestro propósito. Sin embargo, el recuerdo y la nostalgia conmueven el corazón de quienes conocimos a quien se fue, dejó el cuerpo mortal pero con su alma voló a la gloria. Eran las nueve de la noche y en el patio de la casa, el silencio era abrumador. Sólo el llanto aliviana la tristeza y desahoga el espíritu, di tiempo al duelo breve y en soledad esperé y esperé.

De pronto, el canto de un ave me sacudió. Jamás había escuchado una canción tan hermosa provenir de un pájaro. En silencio, quise entregarme a la melodía, una hora de puro gozo dejando saber la misericordia de Dios. Aunado a que durante su paso por esta tierra, tuvo y quiso a sus canarios, el canto ocurría a una hora en la que nunca se oye la música de las aves. Él, a través de su mensajero, anunciaba que mi abuela lo acompañaba...

"El heraldo mostraba su gran amor y yo observaba lo maravilloso".

2 comentarios:

America dijo...

Que bonita reflexion, recuerda que todo ayuda a bien y este proceso nos hacer recordar una ves mas que la vida es hermosa y hay que disfrutarla, estamos invitados a disfrutarla y cuando nos llamen estaremos listos y preparados. sabes que te quiero

carolina dijo...

Que sí tus abuelos hubíeron leído esto, estarían felices de tu don, sabes que rodaron mis lágrimas por esto. besos