jueves, 25 de febrero de 2010

Espasmos de hielo

El piso de hielo blanco, escenario majestuoso en el que corren, saltan, vuelan. Largo y ancho magnos dan dimensión al óvalo que es un lienzo a la espera de pinceladas. De pronto, un hombre alto, delgado, rubio, hace su aparición en el escenario. En la mirada decidida de Plushenko se oculta algo de soberbia pero también mucho de seguridad, sus ojos reflejan el tesón que se gana con el esfuerzo de todos los días. Desde niño ha patinado y ahora se enfrenta a su destino, ganar por segunda vez la medalla de oro olímpica y pasar a la historia como el mejor patinador de figura de todos los tiempos o perder y pasar a un plano secundario. Arte sobre patines, comenta el conductor del programa que, para fortuna de este escritor, es del Canal 22; será que el patinaje artístico es más arte que deporte o patinaje.
En la transmisión, la presentación del ruso Evgeni es la última porque fue el mejor calificado en las pruebas previas, tal que lo mejor se guarda para el final. Los muchos números de las calificaciones enrarecen la presentación excelsa, eminente, magnánima del hombre de las cuchillas mágicas. Dos saltos de cuatro vueltas cada una pasan a la historia, su autor no; un estadounidense más joven ocupa el sitio de más honor. En el banquillo, la sorpresa hace presa de los entrenadores y del patinador... espasmos de hielo.
Evgeni Plushenko es el mejor en su oficio, sin embargo, no recibe lo que merece; situación de injusticia más evidente no había visto antes. Las cuchillas de sus patines crearon lo inmaterial, suscitaron emociones y sentimientos en las personas que vimos su demostración en Vancouver, en Oaxaca y en China. Aunque en los números vacíos lo superó alguien más, en las almas de los espectadores, el artista vikingo superó nuestras expectativas y se ha quedado con el oro.
Sonaré choteado si expreso: "quisiera ser patinador" pero puedo sonar auténtico si declaro"¡quiero ser como Plushenko!"

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja me encanta ese humor tan refinado y con profundidad, sin embargo desconsuelo total, el rey no ha perdido su corona solo la presto...