miércoles, 25 de marzo de 2015

Un tipo sui generis de burocracia: los maestros de Oaxaca

La burocracia y el servicio público son el tema de la segunda unidad del curso de “Administración y gestión pública” de la Licenciatura en Política y Gestión Social. Este tema es particularmente relevante porque, como señala Guy Peters, “gran parte del cambio dentro de la administración pública ha sido impuesto desde afuera, ya sea por gobiernos nacionales o por organismos donantes internacionales, aunque en gran medida ha sido producto de las propias burocracias, que entienden las disfunciones del orden vigente e intentan reformarse”[1]. Las burocracias se inscriben dentro del fenómeno publi-administrativo y podría decirse que son su principal actor.

Este ensayo se propone usar conceptos sobre la burocracia y la nueva gestión pública, en adelante NGP, para discutir el conflicto de interés por la educación en el caso del estado de Oaxaca, México. Aquí, el conflicto sobre la educación pública está relacionado con un problema sindical que se remonta treinta años atrás. Debido a que la sección estatal es disidente al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE, sus métodos de protesta sindical han tomado rumbos diferentes a la organización que agrupa a la mayoría de los maestros mexicanos. En este análisis no hay que perder de vista que los maestros, con sus particularidades, siguen siendo burócratas ya que son parte de la administración pública al realizar las decisiones del gobierno sobre un ámbito específico: la educación pública.

Lo interesante del tema en cuestión es que en Oaxaca esos burócratas no ejecutan las decisiones del gobierno en materia educativa, las definen. En parte por esto es que es el único estado del país donde la reforma educativa implementada por el gobierno federal actual ha sido rechazada tajantemente, debido a que aplica criterios generales de ingreso, evaluación y promoción de los maestros. El caso oaxaqueño la sección veintidós exige que sea tratado de manera diferente al resto del país. Estos maestros rechazan una política de Estado y ejercen una presión permanente para imponer su agenda en la materia. Con ello no solo realizan un constante activismo sindical sino que se convierten en un tipo singular de burocracia, que en el caso concreto del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, que forma parte de la administración pública del gobierno estatal, ocupa los principales puestos directivos, por lo que ellos mismos son empleados y patrones.

II. Entre la política y la administración: los maestros

Hay que recordar la clásica dicotomía entre política y administración, según la cual, la primera se encarga de la deliberación y acuerdo en la toma de decisiones mientras que la segunda es la puesta en práctica de esas decisiones por parte de administradores. De acuerdo con Peters “la tradición fundamental de la administración pública era la de una forma de aplicar políticas públicas mediante un conjunto formal y legalista de organizaciones controladas por alguna autoridad política”[2]. En este sentido, el proceso jerárquico resulta indispensable para poner en práctica las decisiones del gobierno de forma ordenada. La tradición clásica retoma los postulados del modelo weberiano de organización, entre los que se encuentran el conocimiento técnico para ejercer una función, así como la autoridad que deriva de los políticos y que habilita al funcionario público para cumplir los objetivos de la organización. Además, este modelo conlleva valores como la igualdad y la previsibilidad, de modo que el actuar de los administradores está delimitado por un marco jurídico y sus decisiones deben dejar constancia escrita debido a las consecuencias que puedan tener.

En Estados Unidos se desarrolló una tradición diferente a la del modelo weberiano a partir de los estudios de Woodrow Wilson, particularmente de su libro The Study of Administration. En él sentó las bases de un modelo relacionado con la tradición progresista de su país, que en parte se basa en la desconfianza hacia los políticos, pero reconoce el valor superior de la democracia que debe regir el diseño de las políticas públicas. De acuerdo con Peters, “el modelo de administración wilsoniano era el de un servicio civil despolitizado y profesional que gobernaría de acuerdo con principios democráticos y científicos”[3]. Wilson fundó lo que podría llamarse la “antigua gestión pública” en contraposición con el modelo legalista de Weber. En las últimas décadas del siglo XX surgió un nuevo movimiento llamado nueva gestión pública, que según Peters “es más que un simple enfoque para gestionar el gobierno: representa un enfoque de gobernanza en un sentido más amplio. En particular, defiende la necesidad de depender de administradores públicos y no de políticos para dar dirección a las sociedades”[4].

Es pertinente recordar el desarrollo de la administración pública que ha ido del modelo weberiano a la NGP debido a que con el paso del tiempo se ha replanteado el papel del servicio público. Especialmente, se ha prestado atención a la relación que guarda con los políticos que toman las decisiones. Los dos primeros modelos ponen de relieve la imparcialidad del servicio público, y la necesidad en el wilsoniano de separar política y administración. Peters señala que “esta separación partía del supuesto de que el servicio público de carrera podría dotar a cualquier gobierno de una orientación y de una buena instrumentación, además de continuidad. Por otro lado, la imparcialidad dentro del servicio civil aseguraría que los ciudadanos recibieran un trato justo independientemente de sus afiliaciones partidarias”[5].

Esta afirmación plantea un punto muy importante en relación con el tema de los maestros, y es que no existe tal servicio civil en Oaxaca, ya que la visión sindicalista de la sección veintidós asume que su función es la de definir la agenda educativa del gobierno. Su activismo político se contrapone al ideal de un servicio público que ponga en el centro de atención el interés público por la educación. Tal interés es definido por el Estado, o podría decirse también, que por el gobierno cuando éste goza de legitimidad. Sin embargo, en Oaxaca estamos ante el caso de una burocracia que en los hechos define el interés público en la educación y al hacerlo, con sus métodos de imposición de cargos gerenciales con base en un acuerdo que les cedió esa prerrogativa, lo privatiza en perjuicio de miles de niños y jóvenes, usuarios del sistema de educación básica.

La burocracia, y particularmente ésta, no solo es un conjunto de personas que sirve al gobierno o un sector social, también es parte del fenómeno político. La interrogante es cómo puede funcionar dentro del fenómeno publi-administrativo y mantener una vocación de lucha social en contra de la administración pública; cómo puede ser juez y parte de la política educativa, o mejor dicho, qué consecuencias conlleva que lo sea. Es una diferencia que ya notaba Peters, que los políticos ocupan los puestos de decisión y entonces también diseñan las políticas públicas, mientras que la burocracia se encarga de ejecutarlas. La ocupación de puestos es crucial para la eficacia y eficiencia de las políticas que debe ir acompañada de la disposición del servicio público más allá de los valores propios de cada persona, o en este caso, de cada maestro.

 En el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca los puestos se ocupan de acuerdo con un reparto de cuotas sindical. Hay un acuerdo que data del 28 de octubre de 1992 celebrado entre el Gobierno del Estado de Oaxaca y la sección veintidós que tiene serias implicaciones para la política educativa. En particular, enlisto las siguientes:

SEXTO.-  EL GOBIERNO DEL ESTADO Y LAS SECCIÓN XXII DEL S.N.T.E., ACUERDAN LA FORMACIÓN DE UNA COMISIÓN PERMANENTE  I.E.E.P.O. Y SECCIÓN XXII, PARA LA PLANEACIÓN, EJECUCIÓN Y EVALUACIÓN DE LOS CURSOS A QUE SE REFIERE EL ACUERDO INMEDIATO ANTERIOR.

SÉPTIMO.-  EL GOBIERNO DEL ESTADO, CONFORME A LAS DISPOSICIONES LEGALES QUE RIGEN LA CONSULTA PÚBLICA DE ASUNTOS  GUBERNAMENTALES, CONSULTARÁ Y DARÁ PARTICIPACIÓN A LOS INTEGRANTES DEL COMITÉ EJECUTIVO DE LA SECCIÓN XXII DEL S.N.T.E. Y A LAS BASES MAGISTERIALES RESPECTO DE LA FORMULACIÓN DE CUALQUIER INICIATIVA DE LEY O  DISPOSICIÓN GENERAL RELACIONADA CON EL RAMO EDUCATIVO; EN SUS ASPECTOS LABORAL, PROFESIONAL, SOCIAL Y TÉCNICO.

DECIMO.- EL GOBIERNO DEL ESTADO, POR CONDUCTO DEL I.E.E.P.O. Y CONFORME A LA LEGISLACIÓN APLICABLE OTORGARÁ UN BANCO DE PLAZAS COMO PATRIMONIO DE LA SECCIÓN XXII DEL S.N.T.E.

DÉCIMO PRIMERO.- EL GOBIERNO DEL ESTADO, A TRAVÉS DEL IE.E.P.O. RESPETARÁ EL PROCEDIMIENTO YA INSTITUIDO EN LA SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO DE FUNCIONARIOS DE LOS DISTINTOS NIVELES EDUCATIVOS DE LA ESTRUCTURA ORGÁNICA DEL INSTITUTO ESTATAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA.

DÉCIMO SEGUNDO.- LA SELECCIÓN Y NOMBRAMIENTO FUTURO DE FUNCIONARIOS DEL INSTITUTO ESTATAL DE EDUCACIÓN PÚBLICA COMO RESULTADO DE LAS PROPUESTAS DE LA REPRESENTACIÓN SECCIONAL, SERÁN RESPETADAS EN LA FORMA Y LOS TÉRMINOS CORDADOS CON ANTELACIÓN, AUN CUANDO CAMBIE LA ESTRUCTURA ORGÁNICA DEL INSTITUTO[6].

En este punto es importante retomar la idea de Peters acerca de que “el buen funcionamiento de las burocracias depende de la aceptación de la impersonalidad y universalidad de las reglas. Si las reglas de una organización deben renegociarse con cada individuo —ya sea un empleado o un cliente—, las burocracias no solo se vuelven ineficientes sino también superfluas[7]”. En Oaxaca, el Gobierno del Estado renegoció hace 23 años, con la suma de individuos de este burocracia, las reglas generales. Los valores de cada individuo, en este caso permeadas por la ideología de lucha de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, al estar antes que el servicio que brindan, violan el principio de impersonalidad. Como indica el razonamiento del autor, esto provoca la ineficiencia de la burocracia. En Oaxaca, de acuerdo con el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayffet, se pierden entre 80 y 100 clases de 200 programadas durante el año escolar. Esta ineficiencia es de varias décadas, pero fue hasta el acuerdo citado cuando se entregó formalmente facultades del gobierno al sindicato, con lo que se ha avanzado en la privatización de la educación pública.

La privatización de la educación pública en Oaxaca, no solo se refiere a la movilización sindical y las protestas que cancelan clases de manera reiterada. Como se ha planteado, tiene una implicación directa en la estructura burocrática del gobierno. “El gobierno del estado, por conducto del I.E.E.P.O. y conforme a la legislación aplicable otorgará un banco de plazas como patrimonio de la sección XXII del S.N.T.E.”. La décima clausula es un claro ejemplo de esa privatización. Los intereses de grupo mantienen un banco de plazas al margen de la aplicación de reglas generales. En este sentido, no cabe pensar en una burocracia como la de Weber, en la que el ingreso al servicio público esté dado por el conocimiento técnico y la promoción por medio de los méritos. Menos en el sentido de  Wilson, pues nada hay de democrático y científico en que un grupo de trabajadores tenga el patrimonio de un banco de plazas, y que fije sus propios criterios de ingreso y ascenso, de acuerdo con fines privados, que en los últimos años han acentuado el interés en mejores condiciones salariales, que en asuntos relacionados directamente —en términos de la NGP— con el mejoramiento de la educación, el servicio, y con ello la satisfacción de los clientes, alumnos y padres de familias.

En esto hay una implicación a tomar en cuenta, según Peters “a medida que los gobiernos tienden a otorgar a los clientes mayor participación en la administración de las leyes que los afectan, y más derechos para quejarse de las fallas administrativas percibidas, las burocracias formales se vuelven menos valiosas y menos aceptables en términos culturales”[8]. Está afirmación tiene relación con numerosas organizaciones de la sociedad civil, entre las que destaca “Mexicanos Primero”, que se han pronunciado por un cambio radical en la relación entre los gobiernos federal y estatal y esta sección sindical. Esta relación debería pasar, de acuerdo con ellos, por la  aplicación irrestricta de la reforma educativa, cuyo eje principal consiste en la evaluación permanente de los docentes, con el fin de mejorar la calidad de la educación pública. En Oaxaca, a la fecha, no se ha aplicado esta reforma al artículo tercero de la Constitución Política Mexicana.

Guy Peters señala que “en la mayoría de las sociedades, el conflicto existente entre las demandas de los grupos de presión y el papel de la burocracia en la toma de decisiones constituye uno de los conflictos más importantes en el seno del gobierno”[9]. El caso de Oaxaca es interesante porque aquí burocracia y grupo de presión son lo mismo en cuanto a la política sectorial educativa. Los grupos de presión buscan del gobierno un trato preferente, en este sentido, la burocracia educativa, los maestros y trabajadores adheridos a la sección veintidós, no son buenos servidores públicos siguiendo a Peters, porque “un buen servidor público tendrá opiniones concordantes con las de uno u otro partido respecto a las políticas, pero si esas opiniones le impiden servir lealmente al gobierno de otro partido, debería renunciar”[10].

Evidentemente, el autor se refiere a un panorama distinto al mexicano, pero está visto que incluso en la administración pública federal, con el cambio de régimen en 2000, hubo una continuidad en programas gubernamentales, puesto que una característica de la burocracia es darle estabilidad al sistema político, que haya una dirección diferente que defina las prioridades de la agenda gubernamental y diseñe políticas como la educativa no impide que los servidores públicos mantengan valores diferentes a los del gobierno, sin embargo, esto no debe ser causa de deslealtad y mucho menos de desestabilización política, pues esto no solo afecta al gobierno que se trate, sino sobre todo a los clientes, que desde el enfoque de la NGP son el centro de las políticas por encima de la estructura organizativa del gobierno.

La deslealtad de la sección veintidós se expresa mejor en términos de capacidad de respuesta, ya que esta burocracia no responde a las demandas y prioridades del gobierno. La particularidad es que no se trata de una deslealtad hacia los gobiernos que se sucedieron en el estado o a nivel nacional hasta 2000, todos ellos emanados del PRI. Durante los últimos años su activismo ha sido también en contra del gobierno actual de Oaxaca, emanado de una coalición de partidos diferentes al PRI, que de hecho se comprometieron a promover las demandas magisteriales durante la campaña política.

La capacidad de respuesta a la que se refiere Peters va más allá de la lealtad absoluta de los servidores públicos a sus jefes políticos. Como bien lo señala “hasta cierto punto, la burocracia también debe responder ante los ciudadanos”[11]. En el centro de esta atención y como parte de la NGP, la burocracia debe ponderar las necesidades y derechos de los ciudadanos de la mano con el respeto por las leyes de los programas que se administran. Por ejemplo, la educación es un bien superior para la sociedad; la sección veintidós no responde adecuadamente a las necesidades de   1 millón 300 mil estudiantes, pero al mismo tiempo está violando su derecho a recibir educación pública. Los programas educativos, entonces, son definidos por la sección sindical y no por el gobierno.

En contraposición, se podría decir que los maestros de Oaxaca asumen un principio que también destaca Peters, que una burocracia pública también puede canalizar las demandas de interés social directamente a los procesos gubernamentales de formulación de políticas. Lamentablemente, las demandas  que promueve el magisterio oaxaqueño están lejos del interés social. Se centran, básicamente, en aumentos salariales y la ampliación de su nómina. En ello no hay ningún principio burocrático, solo la apropiación de una endeble legitimidad de la educación pública, que no sirve para formular políticas públicas, sino para administrar el patrimonio que les fue entregado en gobiernos anteriores. Las conquistas laborales están por encima del derecho a recibir educación. En esto el ciudadano es maltratado, o mejor dicho, la población en general es maltratada. Y como apunta Peters “si el ciudadano es maltratado por lo funcionarios gubernamentales, entonces no puede sino reforzarse la imagen tan frecuente de un sector público apático y arrogante”[12].

III. Conclusiones

La problemática magisterial en Oaxaca está relacionada con múltiples factores: políticos, económicos, sociales, entre otros. En este breve ensayo se abordó solo la dimensión publi-administrativa con apoyo del aparato crítico de Guy Peters. La relación fundamental analizada es la que existe entre el gobierno estatal y la sección del sindicato. Esta sección está privatizando la política pública; paradójicamente, está haciendo lo mismo que denuncia constantemente y es el eje de su jornada permanente de movilizaciones. Su apropiación del interés público está reforzada, y esa es la conclusión principal, por un conjunto de decisiones que fueron tomadas en 1992, cuyo testimonio está escrito, y que entregó, por decirlo de alguna manera, el control de los cargos dentro de la burocracia al sindicato. Éste es juez y parte de las decisiones, por tanto encubre y corrompe el sector educativo. La jerarquía viene dada por las relaciones de poder sindicales y no por la autoridad política.

El gobierno no cuenta con la lealtad del servicio público educativo, pero tampoco la sociedad cuenta con la capacidad de respuesta de este servicio público, que ha sido apropiado por un grupo de presión, que ha continuado una lucha en favor de sus propios beneficios, con lo que se aleja de las definiciones clásicas de Weber y Wilson sobre un buen servidor público, y no encaja en el esquema de la administración pública de una democracia, al radicalizarse y asumirse como el principal actor de un derecho que es de la sociedad y que este sui generis tipo de burocracia sabotea en perjuicio de los clientes. Se podría decir, atrevidamente, que los clientes son los maestros.





[1] Guy Peters, “Cincuenta años de administración pública” en Foro Internacional, El Colegio de México, 753.
[2] Ibid, 754.
[3] Ibid, 755.
[4] Ibid. 756.
[5] Ibid. 758.
[6] Minuta de 1992 (documento público). Gobierno del Estado de Oaxaca-Sección XXII del SNTE.
[7] Guy Peters. La política de la burocracia (1999). México: FCE, p. 131.
[8] Ibid., 131.
[9] Ibid., 302.
[10] Guy Peters, “Cincuenta años de administración pública” en Foro Internacional, El Colegio de México, p. 758.
[11] Ibid. 759.
[12] Ibid. 360.

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