lunes, 7 de mayo de 2012

Acercarse

Leer dio por resultado confrontar mi situación en el mundo. En específico con un tema que me ha ocupado hace tiempo: la amistad. Comenzó con un amigo al que estimo mucho. No me hizo nada para que me pusiera mal. Yo me puse mal por nada. Por cuestionarme, a raíz de una breve lectura, quién soy yo para él. Como si no fuera suficiente para saberlo lo que hemos vivido juntos en los últimos años. No quiero calificarla como patética, porque la situación originó una dura introspección que sirvió bastante.

Hasta el medio día, estuve pensando en círculo sobre la misma cosa. Finalmente, como una cosa lleva a la otra, caí en cuenta de que no debería pensar en función de un solo amigo. Me situé en el mundo y me reproché no mirar a los míos, que de antemano sé, están esperando noticias acerca de su hijo y  hermano; platicando de mí a muchos kilómetros de distancia. Llamé, escuché, lloré. Dos minutos: un solo comentario de él; mi ruina. Vi cuán egoísta he sido, que no miro la situación de quienes me aman, y a veces me lloran.

Sentirse mal no basta. Es contundente. Sin embargo ¿Cómo sobrellevar esta melancolía? Lejos de ellos, pero a veces ignorándolos. Cerca de ellos,  pero a veces ignorándolos. La confianza no necesariamente implica decir todo. Hay cosas que por vergüenza no se dicen. He actuado así muchas veces. Hoy fue una de ellas. Me reservé el desencadenante de mis malos sentimientos. Pero hablé con ganas de liberarme. Sólo cuando lo hago puedo soltar lágrimas de desahogo puro. Sólo cuando las suelto puedo irme a dormir en paz.

Quisiera que no hubiera necesidades materiales que agobiaran la existencia. Quisiera que las necesidades del alma se suplieran con un eterno 'tequiero'. Por mi parte, quiero cambiar el mundo amando. A veces no salgo de mi soliloquio. Hoy, para bien, fue una de esas ocasiones. Sirvió para ver más allá de mis narices. Me llevó a palpar el amor incondicional, el que no necesita de títulos para existir. Simplemente cubre nuestras vidas sin que nos demos cuenta. Es lo que llamamos una inspiración y que, a pesar de todo, experimento en este instante.

Gracias, valiosos y grandiosos tres, por hacerme entender.

1 comentario:

Lisania Esteva dijo...

En una ocasión escuche el porque llorán las personas y la respuesta a esto es que porque, tenemos el alma rota la cual se cansa de llevar consigo tanto dolor tanto peso, que es necesario descargarlo para poder a ser más humanos.