lunes, 30 de mayo de 2011

¡2° Aniversario!

Fenece mayo y con él los calores que fastidian. Se acerca el verano siempre refrescante y este espacio cumple dos años de ser vigía de la juvenil percepción acerca de distintos temas, más bien personales aunque siempre resultado de la interacción que su autor promueve como responsable. Recientemente, se han incluido a la plataforma inicial de su proyecto de largo aliento, las opiniones de jóvenes atenístas convencidos de que el cambio es posible si se construye desde la educación y la cultura. Este binomio virtuoso es el eje de acción de la Asociación Civil que constituirán en breve un grupo de amigos cuyos talentos son tan diversos como valiosos.

Cuando estudiaba la secundaria, en tercer grado, participé para formar parte de la sociedad de alumnos. En una reunión improvisada en la sala de juntas del plantel, cuyo prestigio venía dado por el nombre de un educador entusiasta: Moisés Sáenz, aprendí que formar equipo se logra con un llamado propositivo. Así que, enmedio de la confusión de mis compañeros, anuncié: "yo quiero proponer una planilla", y se me unieron nueve. Brevemente, sugerimos la denominación de nuestro equipo para representar a la comunidad estudiantil, se me hizo fácil decir: "Planilla Idealista Progresista". Poco después, una aguda compañera de lo que me gustaba llamar partido, me comentó que no convenía nombrarlo idealista porque los ideales suponen ideas irrealizables, así que propuso sustituir el adjetivo por ideológico, ya que me explicó que la ideología representa el rumbo de una nave, las coordenadas del lugar que se quiere descubrir.

El día de las elecciones, personal del Instituto Estatal Electoral de Oaxaca realizaron un ejercicio escolar de participación ciudadana, al efectuarlas con formalidad. Proporconaron las urnas y las boletas en las que estaban impresos los logotipos de las planillas. Además fungieron como funcionarios de casilla algunos compañeros. Ese día ganamos con una diferencia de más de trescientos votos de un total de setescientos veinte. Las responsabilidades que asumimos fueron un reto formidable para un grupo de adolescentes con competencias e intereses distintos a los que no precisamente les interesaba el servicio público como proyecto de vida. Durante casi un año, supe lo difícil que es acordar con las personas pero, sobretodo, la ardua labor que representa incitarlas a hacer algo en favor de sus semejantes, dejar su estado de conformismo y trabajar con ánimo por causas que valgan la pena.

Me siento afortunado de haber estudiado en escuelas públicas toda mi vida, aun actualmente curso la licenciatura en Política y Gestión Social en la Universidad Autónoma Metropolitana. Considero que me he formado en la trinchera más cercana a los problemas del país, he sido un observador de las relaciones sociales desde la escuela a todos sus niveles. Solía decepcionarme del estilo de enseñar de muchos maestros; por ejemplo, critiqué ferreamente la ineptitud de un "maestro" del mismo año que tuvimos nuestra primera experiencia cercana a la autoridad, el cual se limitaba a dictar cuestionarios que debíamos resolver con base en el libro de texto... Una monotonía catastrófica. Por ello, ahora disfruto problematizar con mis colegas en la Universidad bajo un modelo innovador que tiene su base en la visión constructivista de la educación. Simplemente hoy, acudí con mi equipo a la biblioteca del Colegio de México a investigar a Álvaro Obregón porque pretendemos analizar el proceso que lo llevó a la Presidencia de la República y la opinión que lo ubica como el último de los caudillos.

Conmemoro, después de un recuento que parecerá innecesario pero es imprescindible, un año más de este espacio, que de ahora en adelante abordará temas de interés público. No quiero expresar con ello que las entradas de Bruno no lo sean, sólo opino que interioriza mucho cuestiones de su vocación. Las que debe tratar a profundidad, arrojando aproximaciones para entender los fenómenos que, devocionalmente, observa. Sé de sus ganas de transformar una idea que se ha anquilosado en los discursos acerca de la modernidad y, sin embargo, sigue siendo pasión inherente a su persona: México; deseo que lo logre sin que los tiempos pinten sus cabellos de gris o de plano quede calvo, consciente de que hay cargos que cobran en términos capilares.

El otro día lo vi durmiendo en un jardín con una revista de análisis político que le cubría el rostro del sol. No quise despertarlo porque sé que el sueño es un privilegio del hombre de Estado y, para que no se preste a malinterpretaciones respeté la mayúscula. También sé que atender noticias de última hora y preocuparse por llegar a tiempo es vocación de servicio, que escuchar es el sentido más valioso y hablar prudentemente conlleva ganarse la confianza de la gente. Lo que no sé es si le interesa (pero me sorprendió la forma en que la miraba) aquella silla del primer piso del ala sur, cuando visitó los huesos de los héroes en un edificio bastante grande del centro de la ciudad. Sólo espero que no se olvide de la humildad como principio rector de la vida toda. Por y para ello, atesora seres a su alrededor que lo aconsejan sabiamente, además de hacerlo feliz con sólo sonreír...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y vaya que el tiempo es demasiado rapido...! mucho mas cuando se disfruta y se siente con los colegas!!! Es bastante inspirador el hecho de ver este pensamiento plasmado aqui, tanto para que mas ateneistas comienzen a escribir la historia
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Jorge dijo...

¡Feliz 2° Aniversario! De verdad muchas felicidades. Es admirable que escribas constantemente en tu blog, eso no lo hace cualquiera. Sigue adelante, escribiendo la nueva historia, tanto por este medio como en la vida diaria :D

pd. Ahora sí me inspiré para escribir algo bonito.

Lisania Esteva dijo...

Sin duda alguna, es una ardua labor el trabajar en equipo, pero, indudablemente haces mención en tú nota de ello, plasmandolo de la manera correcta y dando puntos importantes ante esto de lo valioso que son las 3 grandes virtudess que son emirar, hablar y escuchar que son el mejor tesoro que puede llegar a tener el ser humano, sin olvidar nunca su humildad.