miércoles, 2 de marzo de 2011

El sueño del arequipeño y los rebeldes de Aztlán

El escenario con muebles minimalistas. El rostro de Vargas Llosa como telón de fondo. Nerviosismo de los maestros, alumnos, empleados y jefes ante su aparición. Las cámaras y micrófonos expectantes son revisadas por los técnicos. Entonces se escucha: - Tercera llamada, comenzamos. Con calma el sabio camina hacia uno de los sillones: el de dos lugares, como rehusándose a ocupar un lugar especial. Sin embargo, alguien le indica que el suyo es el lugar de honor.

El rector de la UAM interviene para darle la bienvenida al Premio Nobel de Literatura 2010, así como para agradecer a quienes hicieron posible su presencia. "Poder y Educación Superior" se denomina la conferencia magistral que ofrece el autor de El sueño del celta, su última novela. Citando a Alfonso Reyes, el rector expresó a Mario Vargas Llosa, "Esta es su casa, su casa abierta al tiempo", como reza el lema de la segunda universidad pública del país.

Sin mayor preámbulo, el Nobel asume el pedestal con naturalidad. Acaso lleva una carpeta discreta que parece ser un discurso. Pero no, él no viene a decir un discurso. Su mensaje se apoya en una vida que ha rebasado las siete décadas. Recuerda un ensayo que leyó cuando joven sobre la vida infortunada del poeta francés, acaso el mejor, Baudelaire. El cual le cuestionó si las desgracias del ser humano no son, más allá de toda especulación, resultado de nuestras acciones, de nuestra responsabilidad.

La juventud es un momento para plantear la pregunta, ¿cuál va a ser mi porvenir? Vargas Llosa lo supo desde temprano: escribir exclusivamente. Cuenta que pensó ser abogado o periodista (por ser el periodismo primo de la literatura, aunque algo lejano), o maestro. Y ya en las filas de la educación superior, durante un posgrado en Madrid, se definió definitivamente: "yo voy a ser escritor". Y agrega que eso ha representado entregar lo mejor de su vida a su vocación, asumiendo vivir modestamente que es mejor a subsistir de trabajos alimenticios.

Esfuerzo y disciplina, binomio imprescindible para desarrollar la vocación, obteniendo con ello el placer de dedicar la vida a lo que nos gusta para ser infinitamente menos infelices. Si no nos arrojamos a nuestra pasión estamos condenados al fracaso y la mediocridad, parece decir Vargas Llosa. Comenta "trabajar" como un verbo sobre el que recae una maldición bíblica, un impuesto de Dios hacia el ser humano. Entonces lo relaciona con su vida, "yo sudo tinta y, a veces, sufriendo, gozo". La posibilidad es única, citando a Sartre afirma, "los jóvenes sí pueden elegir su vida, aun en los casos más difíciles".

Acaso la autoridad que dan los años, bromea que se dirige a los universitarios de todo México como lo hacen los viejos. El público atento asume la invitación, o eso parece en los rostros absortos aun de los viejos cuando algunos emocionados asienten con sus enunciados. Declara que las ideas liberales son las suyas, y agrega que "el indomable espíritu humano no tiene obstáculo cuando se elige bien". Acota que "desde luego hay que luchar contra la injusticia social". Tácitamente justifica la labor del escritor y plantea que la cultura nació para defendernos de la realidad desigual. "Leer una gran novela es salir de nosotros mismos", apunta.

Como reflexionando profundamente, mientras habla a un monstruo de mil cabezas al que domina desde hace tiempo, narra la asimilación de sus convicciones en la Universidad de San Marcos del Perú. A la que acudió cuando la dictadura de Manuel Apolinar coartaba las libertades de cualquier democracia moderna. La resistencia en contra del control del sistema tenía lugar en su alma máter. En donde también amó la Historia de la mano de un maestro elegante, cuyas disertaciones eran magníficas. Estuvo tentado a emularlo porque dentro del conocimiento humano no hay mejor fuente de creación que la encargada de estudiar los actos humanos del pasado.

La manipulación mentirosa a través del poder no ha terminado. La desinformación es un mal que se debe combatir. Se da tiempo para distinguir en literatura la magia de la ficción y la propaganda política como opuestos irreconciliables. Para ello están las universidades que, sin embargo, enfrentan el problema de la especialización. Lo precisa así, "un mundo de especialistas es un mundo de autómatas". La educación, por ende, debe ser completa, sustentada en las Humanidades, las Artes y las Letras. En el espacio público, fuera de la universidad, las otras esferas tienden a olvidar lo que por naturaleza es perenne.

El verdadero éxito es advertir a la gente del infortunio, no prepararla para el poder. Lo material o económico no representan lo importante en la vida. Lo trascendente está en el interior del hombre. Relata una anécdota más, sucedida cuando estaba en Estocolmo para recibir el galardón más importante que otorga la civilización. Se trata del caso de una escuela en la que los niños, hijos de inmigrantes, aprenden a convivir antes de verse inmersos en las ciencias y humanidades. Los profesores ponen énfasis en las cosas comunes a todos en vez de marcar sus diferencias étnicas. El valor de la diversidad resalta de antemano.

Se aproxima el final. Remarca la idea central de su disertación, en la que no ha bebido un solo sorbo de agua ni ha abierto la carpeta negra, "elijan bien, investiguen dentro de su ser y, sobre todo, asuman su vocación con pasión y amor". Termina con la grandeza de un latinoamericano fundido en las raíces de las grandes civilizaciones antiguas, "vivan sin que la espada de Damocles penda sobre su cabeza, sin la desdicha de haberse traicionado a ustedes mismos".

La sesión de preguntas arrojaría otras lúcidas frases de las que sobresalen dos: citando a Bataille, "el ser humano es donde los contrarios se confunden" y "la literatura es una mentira que nos hace descubrir verdades, que de otro modo no sería posible conocer". Quizá la última repercuta más en el temple de quien redacta este texto. A fin de cuentas, la filosofía la traigo en la sangre.

5 comentarios:

Pau dijo...

wooo estas palabras y pensamientos me hicieron recordar a un profesor que dificilmente habran mas como el, son tantas cosas que algun momento dejas en el olvido..... definitivamente estuvo muy padre lo que ha de haber dicho, y la gran reflexión que dejo en los presentes, que de plano a quien lo le haya movido nada en la mente esta muy mal. Que bien que hayas ido :) y ya tendras que contar a todos en persona o bueno por lo menos a mi va. Muy buen experiencia la tuya Bruno y mejor aún que te haya servido y te haya hecho pensar mas cosas :). A por cierto no dejes de escribir en tu blog.

Francisco Moreno dijo...

hola, que suerte tuviste de poder escuchar a Vargas Llosa en la UAM. ¿Sabes si hay acaso una versión escrita íntegra de su discurso? (Tu reseña me recordó mucho a lo que dijo el año pasado en la Academia Sueca) De antemano gracias...

yukiko dijo...

Gracias...por tu desición de escribir una buena reseña..pues eh buscado muchas y esta es la unica que se le acerca a las palabras de Varga Llosa..Buena reacción, buena relatoria..en pocas palabras..¡Excelente!

SEBASTIAN DE JESÚS dijo...

Hola; excelente entrada te felicito, aunque me hubiése gustado asistir a su visita en la UAM-X no contaba con el tiempo suficiente.

Me pareció fantástica la bienvenida que dió el rector a Vargas Llosa; cuando expresó lo sigüiente "Esta es su casa, su casa abierta al tiempo", ¡que bien!

JUDITH dijo...

Amigo Bruno excelente nota... en verdad me gusta que lo trascendente es solo lo que tenemos dentro... porque en sí eso es la vida...