miércoles, 14 de septiembre de 2011

Gracia

La gracia es el don inmerecido de Dios. Un regalo que se recibe no por ser o hacer algo a cambio, sino simplemente cuando se pide. La mayoría de las personas desconocen qué es y piensan en una prórroga para pagar algo o en la cualidad de tener sentido del humor. Es importante asentar que efectivamente la gracia es principalmente de Dios pero también proviene de los seres humanos: "ojalá halles gracia con tu jefe", por ejemplo. La gracia en el discurso cristiano es fundamental porque establece un orden en el que incluso la peor de las personas puede ser perdonada. Se recuerda el caso de los ladrones crucificados junto a Jesús en el monte de la Calavera. Uno de ellos renegó de su ascendencia divina, el otro creyó en él y recibió la gracia en los últimos instantes de vida. Así, la gracia puede salvar al peor de los hombres a punto de morir, sin embargo, también es indispensable para todos los que quieran ser redimidos por Cristo y salvos del pecado de este mundo.

La vida transcurre sin novedad para la mayoría de personas en el mundo. Las catástrofes preocupan pero casi todos están acostumbrados a ver las cosas pasar sin inmutarse. Su propia finitud los condena y creen que el cielo y el infierno ocurren sobre esta tierra. No les interesa planear el futuro más allá del promedio de muerte de su género según las condiciones de vida que les tocó vivir. Sosegados de saber que de todos modos nos vamos a morir, piensan que es mejor tirarse al desenfreno y disfrutar de los placeres de la vida, cometiendo toda clase de excesos porque finalmente hay que probar de todo para saber que se siente. ¿Si la vida termina con la vida tal como la conocemos, entonces habrá lugar para la esperanza más allá de nuestra naturaleza egoísta? No lo creo, las cosas no se pueden terminar en este mundo, no pueden quedar impunes crímenes perversos, injusticias ingentes, actos degradantes. La prospectiva es la eternidad.

Nadie merece una recompensa especial pero todos tienen la oportunidad de recibir la salvación. Entre más viles y despreciables, más sujetos a recibir la gracia de Dios. No tiene lógica desde el punto de vista humano pero, ¿cuándo los planes de Dios han sido lógicos? Un padre que envía a su único hijo para morir a manos de gente malvada que negó las señales escritas en su propia memoria acerca de la venida al mundo de un salvador. Y lo más grande: él muere teniendo en mente la salvación de esa gente por medio del arrepentimiento, él les ofrece un fin último: trascender a esta vida y habitar un lugar donde no habrá llanto ni dolor. El perdón universal de Dios a los hombres en una sola decisión. Tomarla es un gran paso hacia delante pero apenas el comienzo, posteriormente se enfrentan las batallas cotidianas en contra de la maldad de pensamientos, palabras, hechos. Ante esto, se debe demostrar valor con un ejemplo de integridad que cuesta trabajo formar en un mundo corruptor cuyo dueño ronda al acecho de quién devorar. La valentía acendrada en el poder de Dios lo ha vencido de antemano.

Seguramente habrá quienes descalifiquen los párrafos anteriores, pensarán que no desarrollo un argumento ni escribo con base en el conocimiento científico. Que es mera religión y una fe que no tiene certezas. A ellos les deseo el mayor bien de todos los que hay, que conozcan a Dios. Porque habrá situaciones en las que cualquier pronóstico de tipo humano será rebasado y no tendrán a qué aferrarse, ni siquiera a los propios semejantes. De hecho, no podríamos pensar en el amor incondicional de no ser por el principio del perdón demostrado por Jesús durante su ministerio. Siempre antepuso el bienestar de los demás, incluso de quienes lo despreciaron por ser un revolucionario que vino a romper sus esquemas acerca de lo bueno y lo malo. La esperanza tiene que ver con algo ilimitado pero posible, con una idea que está más allá de la discusión filosófica sobre sus causas y consecuencias. Esperar en Dios es más que un consejo, se convierte en la opción que tenemos quienes hemos entendido que nuestros errores son innatos y las posibilidades de enmendarlos dependen de una gran voluntad. La del hombre servirá para dar la pelea, la de Dios para ganarla.

3 comentarios:

Jorge dijo...

No hay que olvidar la misericordia y el amor. Estaría bueno que hicieras unas entradas sobre eso para tener la serie completa.
Muy buena, ¡saludos!

H. Sanders dijo...

Excelente mi hermano, sin duda esta ha sido mi favorita! :) y en verdad es cuestión de confiar en Dios y a la vez siempre realizar el mejor acto con la sociedad.

Anónimo dijo...

muy bien... La gracia encierra el concepto de misericordia y amor. Bendiciones mi querido Bruno