viernes, 14 de diciembre de 2012

Pericia para subsistir

El ambiente que lo envolvía era el de una neblina no tan densa como para no ver, pero no tan ligera como para no tener que usar los faros. Y es que la navidad siempre venía acompañada de ese clima tan frío y llano. No estaba seguro de que fuera la navidad solamente, sino todo lo que de ella se decía antes y después de las fechas importantes. Porque todo giraba en torno a esas fechas, sin ellas no tendría sentido tomar vacaciones, comprar regalos y comer muchas cosas que no se comen en todo el año. Así que antes de navidad su panorama era algo gris. Lo que lo llevó a pensar que no sólo era por la navidad, en realidad era gris desde hacía ya bastante tiempo.

Rondaba por la avenida Álvaro Obregón, entre coches que rozaban sus piernas y sobre un asfalto remendado. Después de dos años era más pericioso, pero ello no significaba que tuviera más de una vida, toda vez que ésta casi se le va del cuerpo en su último viaje fuera de su 'hogar'. Reflexionaba entonces sobre sus posibilidades a futuro, al tiempo que hacía su balance final de año. 2012 había sido muchas cosas menos lo que se dice: un año axial, puesto que ése ya había sido 2011. Ahora reconocía los miles de momentos del presente como algo necesario pero ya. Nada nuevo en el curso de los hechos de los últimos meses. Ah... excepción era la amistad. Luego de años de reflexionar en torno a ella, discutir con mucha gente y huir de los momentos decepcionantes, se curó de espanto.

Entregaba revistas a domicilio como parte de sus obligaciones laborales. Pensaba, llegado a este punto, que de todos los oficios el de cartero le sentaba bien. Y es que pese al maltrato que recibía de no pocos, lo cierto es que le gustaba mucho eso de conocer calles en la ciudad de México. Era como si cada colonia tuviera sus escondrijos, lugares nunca antes vistos con todo y que pasaba por ellos desde hace tiempo. Además de que le gustaban los baños de sol, desde que su mamá en algún momento de su difícil adolescencia, le contó que de niño se los daba, porque pensaba que de ese modo crecería sano y fuerte. Claro que creció, pero aunque su condición no decía otra cosa, su mente siempre lo hacía sentir medio enfermo y débil.

Recibió tarde la invitación. Quizá después de todos los convidados al festejo. Era de esperarse luego de lo que se llama 'distanciamiento' con el amigo que conoció al entrar a la universidad. La verdad es que hace tiempo que las cosas no iban bien entre ellos. Después de decir varias o muchas veces que se querían y eran como hermanos, terminaron por tratarse con reserva. No mucha, pero en esto no es necesario el grado, el asunto es que se presente y... ¡bah! Ya sabemos que pasa cuando las personas empiezan a desconfiar. Nunca termina en algo bueno. Así que en ese paseo por la Roma y la Condesa, analizaba sus demás relaciones personales, para pensar si sucedía con alguien más lo de la reticencia. Encontró que no, pero con los demás la reticencia era algo ya supuesto. Es decir, no  pensaba en la posibilidad porque desde el principio la había asumido.

Apenas había pasado un día de que pasó la mañana en la universidad con lo que denominaba excelente compañía. Su padre había venido a la capital de visita y aprovechó para invitarlo a conocer su alma máter. Hizo extensiva la invitación a Edwards, su amigo de toda la vida. Ahora, conviene precisar a qué se refería con lo de "toda la vida". En efecto, no habían pasado más de seis años que se conocieron, pero el sentimiento que los unía era el de toda una vida. Antes había pensado en los factores que dieron pie a su amistad, pero seguía sin concluir cuáles fueron. De lo que estaba seguro es que difícilmente encontraría a otro amigo así. La sociedad de su tiempo no era la de antes, si es que la de antes es como algunos la describen. Se refería a que la gente actual era frívola, por decir lo menos. Muy indiferente por decirlo serio. Y no seguimos con decirlo de otra manera.

Antes de lamentarse otra vez en alguna circunstancia de la vida. Antes de pensar fatalmente en el porvenir, como si la neblina de ese camino que recorría justo ahora lo cubriera hasta no ver nada más, como aquella vez perdido en el bosque tragado por la ciudad, sin dinero y lleno de miedo, estaba la noción de que la amistad verdadera sí existe. Y no es tan perfecta como algunos idealistas piensan. Al contrario, suele ser complicada, con sus altibajos, como todo en esta existencia. Pero vale la pena tener un amigo así, alguien 'no como de' sino de-la-familia. Por ello, esa noche, luego de recibir la cancelación más reciente a un compromiso del tipo 'amistad', se acordó que no era la primera vez y por lo menos la navidad se veía muy cerca... de su hogar.

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