lunes, 24 de enero de 2011

Des gracias

Me caí del camión al bajar porque unos adolescentes estorbaban el paso. No fue aparotoso pero sí me sacó un susto, sobre todo ahora que la gente muere sin causa aparente: esperar a que cambie el semáforo sobre la banqueta. El miedo ya no me da miedo pero la decepción me decepciona. Yo espero de la gente demasiado, en el mejor de los casos. De lo contrario, la gente es así: mala onda. Ante una desgracia y venido de un clima hostil, lo que menos imagino es a alguien diciendo secamente: "qué onda" y que, al mostrar las heridas del camino, se limite a decir: echate cremita o kola loca. ¡Claro! si la burla refinada es lo nuestro pero nos olvidamos que cada cabeza carga con sus problemas. Las personas luchamos cotidianamente, unos más, otros menos, pero lo hacemos. Incluso contra nosotros mismos.

Creo que me he armado para combatir los conflictos internos pero las estrategias de batallas han fallado. Sin embargo, tengo mis ratos de sosiego cuando platico con el veterano de guerra de mi cuartel y monto la bicicleta para recorrer el hermoso Paseo. Agradezco a Dios porque me tiene aquí con vida. Ha soportado mucho la rebeldía de este hijo desobediente que, ignorante, se siente desafortunado en momentos como la caída del camión. Más desafortunado al enterarse que un ser querido fue mordido por un perro (probablemente rabioso) en un solitario lugar: el que comparte con objetos inanimados que cobran vida sólo en su imaginación. ¿Tuve un mal día? no lo sé, pero estoy seguro que otros están peor que yo.

Amor es la eterna solución a los difíciles problemas que aquejan nuestra vida diaria. Dar amor incondicionalmente es el gran reto de nuestras vidas. Pero qué difícil es dar amor cuando no se está de humor, que difícil amar a quienes odiamos por algún motivo en particular. Hay que admitirlo, vivimos en una constante tensión entre lo bueno y lo malo, entre lo que sabemos que es nuestro deber y lo que admitimos en nuestro enojo. Las personas caminan vacías por las calles y se transportan como máquinas de sus casas a sus trabajos, esperando los fines de semana para embriagarse y "divertirse"; no hay mejor desestrés dicen. Ahora entiendo por qué la actualidad padece tantos divorcios, por qué las familias de desmoronan y la gente prefiere amar apasionadamente a sus perros y gatos.

¡Menudos idiotas!, si la respuesta la hemos tenido siempre en el problema. Qué tontos somos los seres humanos para no entenderlo: en la medida que des gracias a Él y a los demás, te aprecias a ti mismo...

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