viernes, 9 de enero de 2015

Elias y la encrucijada de la violencia


Norbert Elias, uno de los mayores sociólogos del siglo XX, afirmó alguna vez que “la desesperación por el arrebatamiento de algo es la madre de la violencia”.

Al estudiar la violencia en relación con el proceso de la civilización, Elias propuso un enfoque distinto para entenderla. Comúnmente la gente se pregunta cómo es posible que se cometan asesinatos o haya terroristas, pero la pregunta que debemos hacernos, según él, es cómo es posible que tantas personas convivan pacíficamente en esta época. Cómo convivir pese al odio, la ira, el enfrentamiento y la rivalidad. En este sentido el monopolio de la violencia, como invención técnica de los seres humanos, ha contribuido a nuestro pacifismo pero sigue siendo un arma de doble filo, como la energía nuclear, puede servir para proteger o destruir.

La cosa se complica si tomamos en cuenta que dentro de algunos países, además de los grupos violentos legales, hay grupos violentos ilegales que hacen frente a los primeros. Entonces nuestro pacifismo, por más que esté arraigado en la estructura de nuestra personalidad, corre peligro. Es el caso de México.

La noticia reciente es que en el simbólico primero de diciembre, a la exigencia de la aparición con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa, se sumó la de la renuncia inmediata del presidente de la república, que naufraga en medio del desprestigio internacional de las instituciones de seguridad pública y procuración de justicia coludidas o infiltradas por el crimen organizado. La manifestación de ayer transcurrió en calma en la capital del país hasta que un grupo reducido de jóvenes causó destrozos en algunos comercios del Paseo de la Reforma. ¿Qué los provocó?

Al analizar la historia reciente de Alemania, específicamente la fragmentación del monopolio de la violencia en la República de Weimar, Elias señala que jóvenes que habían ido a la guerra con un alto grado de identificación con su país, se sintieron traicionados luego de la firma del Tratado de Versalles que estableció su rendición. A partir de entonces hubo un enredamiento en el sueño de esos jóvenes, que creyeron otra verdad a la que arrojaba la realidad: Alemania no había sido vencida.

Un momento. No estoy equiparando a esos jóvenes con quienes causan destrozos en las manifestaciones recientes. La historia que Elias analiza, por otra parte, nos enseña una lección interesante: ante la falta de sentido del proyecto de país, algunos jóvenes se retiran decepcionados de la sociedad y dejan de obedecer sus leyes. Los invade un profundo sentimiento de abandono y en el camino buscan la reparación del daño.  

Lo que sigue es una señal de alarma para el Estado que no tiene el monopolio de la violencia, hay grupos de personas que asumen realizar el sueño mediante la violencia porque es imposible realizarlo por medios pacíficos. Hay un escapismo de la sociedad de la que ya no se sienten parte y sobreviene un desmembramiento dentro del Estado.


La reflexión de Elias es vigente para entender la situación que atraviesa México, no basta reaccionar emocionalmente ante la tragedia aunque sea comprensible hacerlo. Lo más importante es que haya instituciones para domar la violencia que, dicho sea de paso, eviten el desmembramiento del Estado. Lamentablemente en México no se sabe de qué lado están. 

No hay comentarios: