Pareja con perro. Maximiliano Pérez Aquino
No sé bien qué
significa la vida. Sé, sin embargo, que significa vivir. Cuando me encuentro a
tu lado el tiempo no pasa, se detiene para vernos abrazarnos, envidiando cada
segundo que te miro, te sonrío, te digo que todo estará bien, no hay de qué
preocuparse. Recuerdo mi infancia en Oaxaca y la relaciono contigo, conmigo, en
el instante aquel que caminábamos en un parque mientras veíamos un atardecer
rodeado de árboles, repleto de luces de sol de primavera. En el ex marquesado,
donde hay una iglesia bonita que se pierde entre dos avenidas, pero se
encuentra siempre igual, llena de una vida propia, con un puesto de nieves que
solo saben ricas ahí.
¿Te imaginas qué
hubiera sido de nosotros lejos de esas tierras de monotonía impecable? Fue
gracias a esos largos y pacientes recorridos como crecimos, nos hicimos gente
adulta, que ya piensa todo el tiempo, se preocupa todo el tiempo, que ya deja
de sentir lo que sentimos cuando éramos niños, cuando la vida importaba porque
sí, sin una razón específica, porque lo teníamos por bueno, vivir, ser felices
todo el tiempo. Hoy la vida se torna mucho más complicada, llena de pendientes
que realizar en el menor tiempo posible, ¡maldita eficiencia! Pero tú y yo
permanecemos con esa certeza que pocos humanos alcanzan, la de tenerse para
siempre. Quizá es difícil explicarlo, pero ambos sabemos lo que implica.
Hoy la vida me deja
frente a ti, desarmado, sin argumentos en defensa de lo que hice. No pude
detenerme. Lo tenía delante de mí, tan indefenso, tan tranquilo, tan noble, y
sin embargo con toda la maldad que representó, que lo hizo despreciable para el
mundo. Tenía que matarlo. No podía dejar con vida al maldito que te hizo daño
cuando nosotros habíamos encontrado el amor, al menos su realidad antes que su
idea. Cuando el concepto había cedido a la convicción, a los latidos fuertes
del corazón. Por eso valía la pena destruirlo, desaparecerlo, degollarlo de
tajo, mandarlo al quinto infierno.
No sé si tenga sentido
escribirte esto, la triste confesión de un crimen. No es porque sienta culpa.
Todo lo contrario, me encuentro feliz, con una sensación de plenitud que solo
he alcanzado con el tiempo al morder tus labios gruesos y apretar tu mano con
más fuerza que cuando empuño un arma, como la que ayer mató a ese tipo
despreciable. Mi amor, mi vida, mi último suspiro, he decidido pasar el resto
de mi vida tras las rejas, pudrirme en una celda de una prisión lejos de ti,
lejos de todos, aunque “todos” sean solo el agregado de un valor tan alto que
nadie más lo puede comprender, tú, mi niña.
Mañana te busco en el
mismo lugar. Te encuentro. Sonríes sin remordimientos y se forman en tus
mejillas esos hoyuelos espectaculares que dejan boquiabierto a todo el que
admire por un momento tu sonrisa. Sé que es cuestión de tiempo para que vengan
por mí, la policía sabe dónde encontrarme, en el jardín que religiosamente
visito desde hace 14 años sin entrar a misa. Aquí estamos, me abrazas, te detienes,
me vuelves a abrazar.
La segunda vez con una
fuerza increíble, que me estruja, me provoca una tos espantosa… Y empiezo a
palidecer, a llorar, a vomitar mientras tú me miras con compasión. Te doy
lástima, te causo tristeza, pero me dices, te dices, que solo será un momento.
Este parque es solo nuestro, no de uno solo sino de los dos para siempre. No
podemos, no debemos, compartirlo con nadie.
Mi espíritu se
desprende lentamente del cuerpo, que empieza a perder contexto con su palidez
perturbadora, con 21 gramos menos de peso, que quizá sean lo que ahora soy, lo
que se despide lentamente hacia el cielo de Oaxaca, más azul que nunca, más
limpio y asombroso que nunca.
Todavía logró ver,
antes de unirme por entero a la plenitud del ser en medio del aire incoloro e insípido,
como sacas una pistola que pones en tu sien, que disparas justo después de
dejar tiernamente lo que fui encima del pasto escaso de ese jardín que se queda
solo, como la primera vez que lo conocimos, tan necesitado de una pareja
dispuesta a amarse y perpetuar su caos, tan idóneo para morirse de una vez,
para siempre y sin remordimientos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario